- Exorcismo de San Francisco de Asís
- El poder de liberación de la Iglesia
- Católicos y ateos son guadalupanos
Javier Rodríguez Lozano
AGUASCALIENTES, Ags., sábado 13 julio 2019.- ¿Por qué (el exorcismo) lo necesita especialmente México? Preguntó el periodista y teólogo español a su paisano, el padre José Antonio Fortea, el nuevo verdugo del demonio, el 23 de junio de 2015, a un mes de Exorcismo Magno ordenado por el Papa Francisco para México, el 20 de mayo anterior, para expulsar a “los demonios de la discordia”, los mismos que entre los años 1290 y 1300 azotaran a la ciudad del medievo francés llamada Arezzo, que el pintor Giotto di Bondone Giotto, inmortalizara en un fresco en la Basílica de San Francisco de Asís. Al respecto el texto Expulsión de los demonios de Arezzo, explica que en él, “Giotto escenifica uno de los episodios de la vida de San Francisco que confluyó en la determinación milagrosa del santo. Se presenta a San Francisco arrodillado tras un compañero franciscano, que se dirige con fuerza hacia las criaturas que figuran en el cielo. San Francisco, durante la guerra civil de Arezzo, exhortó al hermano Silvestre a que expulsara los demonios que habitaban en la ciudad”. Relata la crónica de ese mural, que mientras que el santo se presenta concentrado en sus rezos y oraciones, Silvestre ejecuta la acción propuesta. “Su figura, de fuerte consistencia, se dirige con la mano hacia el cielo, donde las criaturas del mal parecen replegarse y huir de la ciudad. Para todo ello, Giotto ha creado un espacio verosímil. A la derecha se sitúa la ciudad asediada por los demonios, cuyas arquitecturas resaltan por el colorido típico de los edificios de la época, en diversos colores. A la izquierda, separando la composición y las acciones claramente, figura una iglesia, donde se sitúan los santos que salvarán a la ciudad de la ruina, de mano de la fe de San Francisco”. Para el cronista de aquel exorcismo a una ciudad, el objetivo fue alcanzado, “ya que de entre las puertas de la muralla, podemos distinguir algunos ciudadanos que vuelven tras la liberación milagrosa. El espacio representado, aunque excesivamente vertical, se hace creíble como marco para la acción que se escenifica. La sensación espacial y la fuerza de las expresiones de los santos que consigue Giotto se presenta como una labor de adoctrinamiento para las masas, ya que lo que pretende es dejar ejemplificado el carácter benefactor del santo y, al tiempo, el poder de la Iglesia, que es la responsable última de la liberación de la ciudad” … Aquí, en Arezzo, solo San Francisco de Asís y el hermano Silvestre, practicaron el exorcismo y sacaron los demonios a la ciudad francesa; en la catedral de San Luis Potosí, en México, participaron, además del padre José Antonio Fortea (en sustitución de Gabriel Amorth, el exorcista mayor, que ya era aquejado por padecimientos que al año siguiente lo llevarían al deceso) el cardenal Juan Sandoval Íñiguez y todo el Episcopado Mexicano … José Manuel Vidal, el periodista y teólogo español, que entrevistó al padre José Antonio Fortea, el 23 de junio de 2015, escuchó esta respuesta, a aquella pregunta de si era necesario el exorcismo a México: “He leído en la prensa que se ha hecho esta serie de plegarias porque México estaba infestado de demonios. Eso es algo que ni los obispos presentes ni el clero ni yo dijimos. Ese titular fue algo inventado por los periodistas. En México hay problemas cuya raíz es de orden moral. Sin duda el demonio está en medio, porque él es el Tentador, y está en medio de las tentaciones que ocurren en todo un país. Pero no todas las tentaciones proceden del demonio, ni mucho menos. Probablemente sólo una pequeña parte de las tentaciones tienen un origen demoniaco”. ¿Cómo y cuándo sabremos si el macroexorcismo produjo resultados? “Esperar resultados visibles sería como esperar resultados palpables y comprobables de la consagración de un país a María o al Sagrado Corazón de Jesús. La consagración de un país tiene efectos. Pero esos efectos se diluyen en medio de la gran masa de acciones buenas y malas que ocurren en una nación entera. Yo estoy seguro de que no ocurrirá nada comprobable y manifiesto, de eso estaba convencido antes de empezar. Pero la tradición de la Iglesia nos ha enseñado a pedir el Bien y pedir que Dios alejase a los demonios de nosotros”.
LA COSA ES QUE…
En México, católicos y ateos, todos son guadalupanos, diría el Papa cuando se dio cuenta de “la bronca del diablo con México”. Lo platicamos mañana; qué tal.