COSA DE PRENSA

“Así te voy a hacer el amor”. Y si la “V” de la victoria era mostrada al revés, con el dorso de la mano (la otra cara de la mano, como ilustra Churchill en la foto), quería decir: “Así también”.

 

  • La “V” de la victoria de Churchill
  • A falta de juventud, la sabiduría
  • ¿Rendirnos? Jamás, jamás, jamás

 

Javier Rodríguez Lozano

 

AGUASCALIENTES, Ags., sábado 11 mayo 2019.- Lo normal era una realidad distinta en la “V” de la victoria que inventó Winston Churchill ante la desesperación del avance nazi, la fragilidad de las tropas belgas y galas, y la pusilanimidad de Chamberlain que lo acosaba hasta el cansancio con una “negociación de paz” en la que Hitler nunca iba a respetar la soberanía de la “isla” británica, como le llamaba el primer ministro que llegó casi anciano al poder y al que no le quedaba de otra más que ser sabio. Porque “cuando la juventud se va lo que queda es la sabiduría”, le diría a su esposa Clementine Hozier cuando recibiera la orden real y se preguntara: “El poder a estas alturas de la vida, ¿Ya para qué? ¿Con qué objeto?”… Ciertamente, eso que están pensando algunos de nuestros lectores de mente veloz -especialmente por allá donde se piensa construir el tren Interoceánico, Coatzacoalcos, pues- estaba en aquella ocurrencia de Churchill cuando a unos fotógrafos de prensa que buscaban una opinión del primer ministro, sobre el imparable control alemán de la mayor parte de Europa Occidental, por ahí del 27 de mayo de 1940, en lugar de contestar su preguntas les hizo con la mano la “V” de la victoria… Aquella seña, inocua para Churchill, causó mucha risa a la sociedad londinense. El primer ministro, que por cierto, no era del agrado del Rey George VI, sí, ese mismo, “el disléxico”, quien le temía a la monarquía por culpa de su casquivano hermano que prefirió las faldas que el cetro británico, entendió bien su genialidad cuando su secretaria Elizabeth Layton le explicó a su jefe el significado. Resulta que aquella “V” de la victoria, mostrada por el lado de la palma de la mano quería decir en los barrios bajos de Londres, en el lumpen y en lo que el lenguaje de los rioplatenses llaman lunfardo y en Tepito llamamos caló, quería decir nada menos que: “Así te voy a hacer el amor”. Y si la “V” de la victoria era mostrada al revés, con el dorso de la mano (la otra cara de la mano, como ilustra Churchill en la foto que incluimos), quería decir: “Así también”. La risa ganó un buen rato en la flema británica de colmilludo político… Y sería precisamente Elizabeth, esa joven que después de regañada por el iracundo Winston que cuando se disponía a abandonar la casa le tocó recibir al cartero, con el telegrama del rey Jorge VI que le anunciaba que había sido investido Primer Ministro de la Gran Bretaña. Elizabeth Layton fue para Churchill lo mismo que el asesor austriaco que curara la dislexia del Rey Jorge VI, gracias a lo cual pronunciaría un discurso épico al anunciarle a su pueblo la entrada de Inglaterra a la Segunda Guerra Mundial… Estaba a punto de caer a las tentaciones de una “negociación de paz” en que insistía el ala conservadora del Parlamento Británico a través del depuesto exprimer ministro Chamberlain, cuando se le ocurrió otra brillante idea. Bajó de su vehículo en pleno centro de Londres y subió al Metro, y preguntó a la gente qué opinión tenían acerca de una negociación de paz con Hitler: “Jamás, jamás, jamás”, le gritó enfurecida la gente. Pero lo que le provocó lágrimas fue una adolescente casi niña, o al revés, que le dijo lo mismo, pero que él, Winston Churchill, lo leyó todavía más lapidario: “No te rindas jamás, jamás, jamás”… Luego se presentó ante el Parlamento donde pronunciaría ese discurso, el de “Jamás, jamás, jamás”, muy superior al de la asunción conocido como “sangre,  sudor y lágrimas”. Para entonces ya tenía el apoyo del rey, por cierto, padre de la actual reina Isabel II, pero no de los partidos en el Parlamento… Y la Bretaña de los vikingos, que tampoco nunca se rindieron, sería otra a partir de entonces.

LA COSA ES QUE…

Elecciones van y elecciones vienen y Aguascalientes sigue siendo el mismo. Nos dicen que habrá seguridad, empleo y crecimiento económico, además de un mejor nivel de vida de las familias, pero cuando los ganadores llegan a poder se olvidan de sus promesas y solo piensan en su beneficio personal. La excepción se llama Tere Jiménez. La pregunta es: En estas elecciones, ¿nos volveremos a rendir? Jamás, jamás, jamás; qué tal.

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