AGUA PARA EL SEDIENTO

CARLOS FERREYRA CARRASCO
CIUDAD DE MÉXICO, miércoles 13 de diciembre de 2017.- Dice la Biblia que hay que dar agua al sediento, y comida al hambriento. Y eso es lo que procedemos a hacer, considerando la gran capacidad de solidaridad de nuestros gobernantes con naciones menos favorecidas, víctimas de políticos ambiciosos, poco capaces y muy voraces.
Hemos andado del tingo al tango mostrando al mundo adelantos en lo social, en lo económico y particularmente en dos temas de gran interés para México, conservación del medio ambiente y derechos humanos.
Todo ello, sin descuidar deberes internos, las responsabilidades con los mexicanos. Tanto en un rubro como en el otro, claro, encontramos resistencias externas y voces condenatorias que no son correctas porque ni siquiera están bien informadas. La ONU es un organismo universal al que hemos debido rectificar públicamente sus conceptos.
Pero así es el rollo. Como consecuencia de esta actitud de solidaridad humana debemos esperar pronto, hoy mismo, una andanada de diatribas e insultos por las gasolinerías que se están abriendo en Texas, curiosamente territorio petrolero por excelencia y donde Pemex, la antigua empresa estatal, tiene intereses mayoritarios en una refinería.
Sí, la misma que surte al primer expendio con los colores patrios y lo hará con las otras cuatro que en unas semanas estarán funcionando. Como el mercado pone los precios en Estados Unidos, seguiremos distribuyendo nuestro producto a 6.80 centavos litros, la mitad de lo que cuesta en territorio nacional. Además garantizando una calidad superior en el producto, sometido a reglamentos del país del norte.
Una aclaración: Pemex en Estados Unidos no podrá convertirse en intermediaria de otras refinería, por ejemplo Shell que ya prepara el asalto a territorio mexicano; la mercadería tiene que ser, forzosamente, la que generen las instalaciones de la casi empresa extranjera de participación minoritaria estatal.
Un poco en broma, mucho en serio, felicitemos a los ganadores de la franquicia de los colores patrios, como sabemos los mexicanos tenemos poca miseria, mucho empleo, ganamos un porcentaje sensiblemente superior a lo que perciben los gringos y, bueno, dar la mano en estos casos es necesaria. Y habla bien de la moral de nuestro gobierno.
Insisto: la preocupación por naciones en desgracia, como pueden ser el país del norte, ha sido la bandera de México en este sexenio. Si antes tuvimos como emblema la Doctrina Estrada, superada la época de los nacionalismo ramplones, del patrioterismo sensiblero, toca ahora la globalización por la que ya nos comprometimos a enviar casquitos azules a tareas de pacificación en naciones en guerra.
…México, creo en ti…

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