José Vasconcelos, 10 de diciembre de 1929 con El Plan de Guaymas
-
Sangrientas elecciones presidenciales
-
Aumentan los crímenes de la política
-
¿Qué es prefible? ¿Abrazos o balazos?
-
Las cabezas de La Quina y Jonguitud
Javier Rodríguez Lozano
CIUDAD DE MÉXICO, lunes 19 junio 2023.- En la primera Sucesión Presidencial del sistema político mexicano de 1929, no solamente nació un partido oficial que duró 71 años y que hoy agoniza, sino también la violencia política y sus baños de sangre.
En el 2000 surgió la fallida transición, sin nada sobresaliente qué recordar, salvo su declaración de guerra al crimen organizado en 2006-2012, donde lo que prosperó no fue la calidad de vida de la gente, sino la latente violencia institucionalizada y no.
Dos mil 18 marca el inicio de la Cuarta Transformación y aquella tradicional criminalidad heredada de los viejos regímenes la y de “la década azul perdida” apuntalada en el crimen organizado, representan dos pesadas lozas que han resultado difíciles de conciliar: pero ahí va, con “abrazos y no balazos”.
Entre aquellas elecciones extraordinarias en las que Pascual Ortiz Rubio simuló contender contra José Vasconcelos, apoyado con la filantropía sentimental y romántica de Antonieta Rivas Mercado, la hija de El Oso, por ejemplo, y hasta las de Carlos Salinas de Gortari en 1988, los ríos de sangre que corrieron fueron más que caudalosos.
Y es que los principios de la democracia, para mucha gente de bien, eran invulnerables; por ejemplo, como cuando Plutarco Elías Calles se las arregló y lograría que el Congreso, en enero de 1927, reformara el artículo 82 Constitucional, que permitía una reelección, lo que ofrecía nuevamente la silla del Águila a Álvaro Obregón quien ya había sido presidente en 1920.
Opuesto furiosamente, Luis N. Morones, resultó sospechoso del asesinato del Manco de Celaya, el 17 de julio de 1928, un año después en San Ángel, lo mismo que la Madre Conchita, en cuya cabeza, el cacique de la Huasteca Potosina, Gonzalo N. Santos -aquel que decía que la moral se daba en un árbol de moras- apagaría su puro durante los interrogatorios del tenebroso Servicio Secreto que detuviera también a José de León Toral.
En aquel río de sangre, perdón, de la Sucesión Presidencial de 1929, corrían como troncos de aserradero los hechos violentos atribuidos a Obregón, como la Cristiada y la encarnizada y sangrienta persecución de católicos.
En el proceso electoral de desembocó en la llegada a la Presidencia de Salinas de Gortari, nada más se contabilizaron a 500 perredistas seguidores de Cuauhtémoc Cárdenas asesinados; el michoacano Francisco Javier Ovando sería el primer sacrificado.
Notimex, la agencia oficial del gobierno, registró entre septiembre de 2020 y la primera semana de marzo del año siguiente, un total de 126 políticos mexicanos asesinados, entre ellos 14 aspirantes a diputados federales.
La nota firmada por Javier Lira, de Reuters, describe que, “más de una centena de homicidios cometidos en contra funcionarios y aspirantes mexicanos apuntan a que las elecciones intermedias de junio de 2021, consideradas las más grandes en la historia del país, serán también las más violentas en décadas, de acuerdo con un informe la consultora local Etellekt”.
De acuerdo a Reuters, Rubén Salazar, director de dicha consultora, estimó que: “Tan solo en marzo ha sido asesinado un político por día. Si se mantiene este ritmo podrían ser las elecciones más violentas desde la Revolución Mexicana de 1910-1917”.
La secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, informó de un operativo para protección de candidatos en el citado proceso electoral, que de septiembre de 2020 a febrero de 2021 había registrado ya 73 delitos relacionados con asuntos políticos.
Habrá de venir alguien, decimos nosotros en este espacio, que documente también los crímenes más sobresalientes ocurridos bajo la sombra de la Sucesión Presidencial.
Hay un libro de Ricardo Ham, Asesinos seriales mexicanos, que documenta años de investigación y estudio, que suman desde 1888 a la fecha (2021), 46 casos; cuatro de los últimos seis eligieron como tenebroso escenario del Estado de México.
En la última década de los viejos regímenes, que cerrara Ernesto Zedillo en el año 2000, hubo 12 casos de asesinos seriales y en tan solo 2010, “los años azules” ya se habían registrado nueve casos, más dos que surgieron de entonces a 2021.
En los años 60s había una emisión de radio con programas policías que aseguraban: “La Policía, siempre vigila; el que la hace la paga”.
Pero eso no ha sido cierto en muchos casos que los reporteros de policía llamamos “crímenes perfectos”.
Tales son los cinco casos de criminales que no han sido esclarecidos por la Policía: el que ejecutaba taxistas, también en Edomex y El estrangulador solitario, que masacrara a 15 hombres en cuartos de hotel y en sus casas.
Las crónicas periodísticas recuerdan seis casos más recientes:
– Cuatro de ellos ocurrieron en Estado de México, Andrés Mendoza, Óscar García Guzmán, Juan Carlos Hernández Béjar y Patricia Martínez Bernal, Itzel Nayeli García Montaño y César Armando Librado Legorreta, éste último en Tlalnepantla, Naucalpan, Cuautitlán Izcalli y CdMx).
Están también El Monstruo de Atizapán, El Monstruo de Toluca, Los Monstruos de Ecatepec, La Degolladora y El Coqueto, respectivamente, en concordancia con el párrafo anterior.
Mientras “la policía siempre vigila”, nos vamos a las campañas que este lunes inician la y los aspirantes de Morena candidatos presidenciales, la exjefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; el excanciller, Marcelo Ebrard; el exsecretario de Gobernación, Adán Augusto López, y el senador con licencia y coordinador de Morena en el Senado, Ricardo Monreal.
También el movimiento fundado por el presidente Andrés Manuel López Obrador en 2011 y reconocido como partido en 2014, definió que participará en las presidenciales del año entrante en alianza con los Partidos del Trabajo (PT) y Verde Ecologista de México (PVEM), a través del diputado Gerardo Fernández, por el PT, y el senador con licencia Manuel Velasco, del PVEM.
LA COSA ES QUE…
Todas las Sucesiones Presidenciales, desde 1929 a nuestros días, han visto surgir ríos de sangre; muchos candidatos presidenciales ven crecer la violencia y deben enfrentarla como Presidentes.
Por ejemplo, aquella con la que rodaron las cabezas de los líderes sindicales más poderosos de su época (1989): el petrolero Joaquín Hernández Galicia “La Quina” y el magisterial Carlos Jonguitud Barrios.
Decía Carlos Fuentes: “Oh, democracia, cuántos crímenes se cometen en tu nombre”.
Deseamos por nuestra parte, que en esta Sucesión Presidencial siga habiendo más abrazos que balazos, aunque también se espera el voto del crimen. Veremos.
Qué tal.