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Hallaron dónde empieza la corrupción
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Parecía que nunca se darían cuenta
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Fiscales; mejor dicho, agentes del MP
Javier Rodríguez Lozano
CIUDAD DE MÉXICO, viernes 19 agosto 2022.- Parecía que iba a concluir la primera etapa de la 4T sin que se dieran cuenta dónde empieza la corrupción en México: en las Fiscalías Generales de los estados; o mejor dicho, el tristemente célebre Ministerio Público.
Creo que 56 años en el periodismo nos otorgan cierta calidad moral para opinar sobre un tema que aun los más estudiosos esquivan y soslayan: ¿Dónde empieza la corrupción en México?
Llegamos al periodismo en 1966 en la fuente policiaca; nuestro maestro fue un reconocido reportero policiaco, que dirigía un reconocido medio policiaco; y llegamos al diarismo en la mejor redacción policiaca de aquel 1976, a muy poco que Manuel Buendía dejara la dirección y la ocupara Víctor Manuel García Solís.
Nuestros primeros años en el periodismo fueron en la fuente policiaca y la experiencia que nos dejó fue la de saber dónde empezaba la corrupción en México: en una barandilla de la delegación de policía, como antes le llamábamos a las agencias investigadoras del Ministerio Público de hoy.
Aún sobreviven testigos de lo que voy a relatar, espero no necesitar su testimonio, pero mi memoria registra cómo, por ejemplo, alguna mañana encontré sobre el mostrador del Sector Central de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, una caja de zapatos llena de billetes de alta denominación.
Rápidamente, uno de los oficiales secretarios del MP a las órdenes de Jorge Aranda, subdirector de Abraham Polo Uscanga –dramáticamente asesinado años después, retiraba aquel pequeño bulto, uno los “cuernos de la abundancia” de las cofradías del “privilegio de mandar” en el inescrutable Ministerio Público.
Podríamos describir un largo enlistado de episodios como ese, de la impune corrupción del Ministerio Público, nunca tocado por nada ni por nadie. Y por supuesto, que ahí nacía entonces y sigue originándose la corrupción aun en estos nuevos tiempos en que supuestamente “no somos iguales”.
Bueno, pero nada es eterno. El presidente Andrés Manuel López Obrador se ha referido en varias ocasiones, aunque de manera referencial, al pensamiento de Abraham Lincoln, según el cual:
“Se puede engañar a parte del pueblo, todo el tiempo; y se puede engañar a parte del tiempo, a todo el pueblo: Pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo”.
Durante la campaña de Felipe Calderón alguien le presentó al candidato del PAN en aquel 2006, una ponencia que decía que mientras no se reformara al Ministerio Público, no se acabaría la corrupción en México.
Ya sabemos qué importancia tendría aquella advertencia académica, en un sexenio predominantemente corrompido hasta la médula.
En la sala de prensa de la Cámara de Diputados –donde urge que las Fuerzas Armadas ocupen las labores de seguridad, dado que los mandos civiles apuestan a la violencia innecesaria contra grupos de manifestantes, por ejemplo, los trabajadores del IMSS a los que les han robado prestaciones, y también los periodistas- tenemos de vecino de computadora a un compañero reportero, que lo fuera también en El Universal: Javier Divany.
Para El Sol de México, dirigido por también una excompañera de El Gran Diario de México, Martha Ramos, Divany entrevistó a la presidenta de la Mesa Directiva del Senado, Olga Sánchez Cordero, y el tema es inédito, sin desperdicio e histórico, por más de algunos conceptos: “Los fiscales estatales necesitan control”… Porque, argumenta, “no le rinden cuentas a nada, ni a nadie”.
Y en su lead, Javier Divany relata que “Olga Sánchez Cordero considera que los fiscales estatales autónomos actúan sin control y responden ante nadie, por lo que propone que rindan cuentas y transparenten sus acciones al Congreso local”.
También –agrega- que su nombramiento dependa tanto del poder Ejecutivo como del Legislativo: el primero mandaría ternas y el segundo lo designaría.
Refiere que lo anterior es uno de los componentes que integran su iniciativa para transformar el sistema de procuración de justicia en las entidades federativas y en la capital del país, en la cual ahonda que, “para combatir la corrupción debe ser denunciada”.
Admite Sánchez Cordero que hay una deuda social con los habitantes en materia de procuración de justicia. “Le debemos a nuestra gente, a nuestra población y a los mexicanos una procuración de justicia eficiente, eficaz, incorruptible y que tenga principios de profesionalización, principios de honestidad”.
LA COSA ES QUE…
El Presidente López Obrador se enfrenta a corrupción mexicana del tamaño de un elefante, nosotros creemos, apoyados en nuestra humilde, limitada y respetuosa experiencia, que la injusticia es no solo la corrupción más grande que existe en México, sino también la deuda histórica mayor que ningún mandatario ha logrado satisfacer.
Ve a ser muy sano que en el debate de esta iniciativa de la senadora Olga Sánchez Cordero, se barra la corrupción también como las escaleras, de arriba hacia abajo, pero que no les tiemble la mano cuando lleguen a “los sótanos de la corrupción” del Ministerio Público, es infinitamente peor que la de algunos magistrados del Poder Judicial de la Federación que también, “reman” contra México.
Cortándole la cabeza a la corrupción del MP, se habrá cortado todas sus cabezas a la medusa de la corrupción en México.
Qué tal.