- El Diálogo de Shangri-La (Singapur)
- Rompen cadenas de América Latina
- Desde la Doctrina Jefferson de 1792
Javier Rodríguez Lozano
CIUDAD DE MÉXICO, lunes 13 mayo 2022.- Este fin de semana COSA DE PRENSA inició su incursión en Youtube y eligió el momento geopolítico para estrenarse: Por un lado, con el mundo en llamas, no en Ucrania, sino en Taiwán; y por el otro, el romper de cadenas de la mayoría de los 35 países miembros de la Cumbre de las Américas.
Ni un video corto, de 10 minutos o más, ni la crónica geopolítica escrita, dan el espacio para recordar al menos los últimos 100 años de política exterior mexicana, de Madero a Peña, con el contexto de la Doctrina Jefferson de 1792 que hiciera para Estados Unidos su patio trasero desde el río Bravo y hasta la Patagonia, algunos de ellos brillantes, como con la Doctrina Estrada, ahora sublimados en la Cumbre de las Américas donde México rompió cadenas.
El pasado sábado concluyó en Singapur El Diálogo de Shangri-La, entre ministros militares, en el que el portavoz chino, el coronel Wu Qjan, dijera al secretario de la Defensa estadunidense, el general Lloyd Austin que, “si alguien se atreve a separar a Taiwán de China, el ejército chino no dudará en luchar y aplastará resueltamente cualquier intento de independencia de Taiwán”.
Como sabemos quienes seguimos de cerca estos acontecimientos geopolíticos, la acción militar de Rusia en Ucrania, se debió al acoso de la OTAN para independizar de Rusia a ese país de raíces rusas, conflicto bélico prolongado debido al apoyo en armas y dinero que recibe Ucrania de EEUU y sus aliados europeos.
Exactamente lo mismo está ocurriendo en Taiwán, donde países miembros del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC), como Australia, Canadá y Japón, y la OTAN, envían a sus fuerzas armadas para presionar la independencia taiwanesa de China, país que ya dijo que no lo permitirá e irá a la guerra si fuera preciso.
A principios de junio pasado el presidente Joe Biden se reunió en Japón con los 10 países de Asia-Pacífico: Brunei, Indonesia, República Popular de Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia, Timore-Leste y Vietnam; más las 21 economías del APEC, que integran también Perú, Chile y México, además de China y Rusia; la mayoría de ellos ya tampoco quiere el injerencismo estadunidense en aquella región.
Mientras tanto, los ejércitos ruso y chino realizan ejercicios militares en el Pacífico, según comunicados por separado de ambos gobiernos, como el reciente simulacro de 300 ejercicios de combate, 170 de ellos con “uso práctico de armas”, de acuerdo al ministro de Defensa ruso.
Los marineros practicaron buscar submarinos, disparar artillería y atacar objetivos con armas de alta precisión basadas en el mar, mientras que más de 40 buques de guerra y buques de apoyo, así como unos 20 aviones de la Flota Rusa del Pacífico también participaron en los ejercicios.
A pesar de todo, el conflicto bélico en Ucrania va y según la FAO, podría provocar en el mundo el hambre de hasta 19 millones de personas, según reporta la agencia china Xinhua el pasado 11 de junio.
El portavoz de la FAO, Boubaker Ben Belhassen, dijo en una conferencia de prensa que Rusia y Ucrania eran los principales productores de productos básicos agrícolas del mundo, con una participación conjunta de un 30% de las exportaciones mundiales de trigo.
El momento geopolítico no puede ser más delicado.
En ese contexto se realizó este fin de semana la Cumbre de las América en Los Ángeles, donde a nombre de 32 países de los 35 que conforman la región, incluyendo a los 14 del Caribe, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, dijo al presidente Joe Biden que “ser anfitrión no otorga la capacidad de imponer un derecho de admisión a otros países”.
Lo que ocurre en Ucrania desde el 24 de febrero pasado, lo que está ocurriendo en Taiwán, y “la capacidad de exclusión” de Estados Unidos reprochada por los 32 países latinoamericanos representados por Fernández, es una práctica que data de la Doctrina Jefferson de 1792, que respeta la voluntad de los pueblos en decidir sus propios destinos, pero en lo hechos resulta lo contrario.
El editorial de The Times Global, el periódico más influyente del País del Dragón, ha recriminado constantemente esto último, al citar el reconocimiento de Biden a “Una sola China”, pero en los hechos busca cercenarle a Taiwán.
Este injerencismo lo hemos visto, o mejor dicho se puede ver, en los Cien años de política exterior mexicana, de Francisco I. Madero a Enrique Peña Nieto, escrito por Juan Carlos Mendoza Sánchez, quien cita a una de sus crisis con Plutarco Elías Calles frente a Calvin Coolidge, que diera lugar a “un nuevo entendimiento entre México y Estados Unidos”.
Entonces el vecino país del norte, que se encaminaba a la Gran Recesión, era indiferente a los problemas europeos, por concentrarse en consolidar a sus empresas en América Latina, su patio trasero, planteados desde la Doctrina Monroe de 1823 que proclamaba “América para los americanos”.
Calles iniciaría en el Congreso la discusión de la ley reglamentaria del artículo 27 Constitucional en materia petrolera, que despojaba a compañías petroleras extranjeras de sus títulos de propiedad, cambiándolas por concesiones a 50 años.
Previo a la creación del Banco de México, entonces la deuda externa era de 435 millones de dólares y sus pagos iniciarían en 1926, pero el acuerdo Pani-Lamont establecía que los banqueros rechazaban cobrar con las armas.
Entre 1910 y 1922 México era el segundo productor y principal exportador de petróleo en el mundo, de acuerdo a Guadalupe González.
Sin duda, Calles -como lo hace ahora el presidente Andrés Manuel López Obrador- se enfrentaría enérgicamente al injerencismo estadunidense, por ejemplo, cuando le contestó al secretario de Estado, Kellog, sobre su amenaza de retirarle el reconocimiento si no cumplía con “sus obligaciones internacionales”:
Calles respondió: “Si el gobierno de México se halla, según se informa, sujeto a juicio ante el mundo, en el mismo caso se encuentra tanto el de los Estados Unidos, como los de los demás países; pero si se quiere dar a entender que México se encuentra sujeto a juicio, en calidad de acusado, mi gobierno rechaza de manera enérgica y absoluta semejante imputación que en el fondo sólo constituiría una injuria”.
Ahí se iniciaba un conflicto internacional que llegaría hasta 1938 en el manotazo histórico de Lázaro Cárdenas con la Expropiación Petrolera.
La Doctrina Estrada, que Vicente Fox y Felipe Calderón no entendieron, tiene su espíritu en ese reconocimiento de los gobiernos, que algunos confunden con el reconocimiento a los Estados.
Su propósito -dice Mendoza Sánchez- fue desacreditar el uso condicionado y abusivo del reconocimiento de gobiernos en las repúblicas americanas por parte de las potencias extranjeras y especialmente por parte de Estados Unidos.
Y recordó a la Doctrina Jefferson de 1792 que establece que, “la voluntad de la nación es la única cuestión esencial a considerar”, surgida a propósito del cambio de régimen decidido por el pueblo francés.
Así nacía “el derecho de los pueblos a la autodeterminación”, que la Doctrina Estrada recoge en el mismo sentido, en el comunicado del 26 de septiembre de 1930 del secretario de Relaciones Exteriores, Genaro Estrada Félix.
LA COSA ES QUE…
No podemos cerrar el comentario sin citar el discurso del canciller mexicano, Marcelo Ebrard en la Cumbre de las Américas, que resaltó que solo dos de los 32 países presentes estuvieron de acuerdo con la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela; 10 países se abstuvieron y 20 más se manifestaron en contra, entre ellos, Argentina y México.
En la Cumbre el canciller Ebrard le diría al Presidente Biden:
“Resumo, la mayoría de los países que estamos aquí presentes en esta Cumbre hemos manifestado nuestra oposición a que sean excluidos países de la Cumbre de las Américas”.
Agregó:
“Por eso no vino el Presidente López Obrador, para subrayar que no estamos de acuerdo…
“Decía yo: ¿Por qué? Porque no se admite el principio de que pueda haber una intervención legítima. Es decir: Nadie tiene el derecho de excluir a otro país por la razón que fuese, y menos porque haya una diferencia política respecto a su régimen político”.
Qué tal.