COSA DE PRENSA / ¿Quién es culpable?

María José Ramírez, Plaza de La Soledad.  Revista de la Universidad de México.

 

 

  • Calles de tantas huellas en el alma
  • Pasos con las sensaciones perdidas
  • Jugando al amor, pero sin conocerlo

 

Javier Rodríguez Lozano

CIUDAD DE MÉXICO, martes 22 febrero 2022.- La conjunción del número 2 que viene con nosotros desde niños, nos da buena suerte; aunque dicho de otro modo o en “buen samaritano”: nos alinea a los astros, y lo vamos demostrar.

Ayer buscamos un reportaje que nos rescate de la mediocridad a la que nos reduce la crónica política, como pudimos sentir este lunes en un insensible Senado, donde la Patria se pulveriza llevando el agua a otros molinos, y nos fuimos a hablar con funcionarios de la alcaldía Cuauhtémoc, para preguntar sobre la prostitución, que es lo mismo, pero con otras caras; no hallamos a nadie.

Creo que ellas -las autoridades, son la respuesta a nuestro titular interrogante- al menos desde el regente Ernesto P. Uruchurtu (que iniciara su largo “reinado” en 1952 y lo terminara justo en el año en que este reportero llegaba al periodismo, en 1966), quien protegiera a los proxenetas -o padrotes- le bajara los pantalones a su policía y criminalizara a la mujer, culpándola de todos los males.

Según ha dicho la presidenta de Brigada Callejera, Elvira Madrid, alrededor de 75% de las más de 3,500 sexoservidoras de La Merced están en esas “calles de Dios y de María Santísima”, por su gusto.

El resto están ahí por alguien que las engañó.

¿Quién?

Un tlaxcalteca, con nombres apellidos a los que solo las autoridades mexicanas son indiferentes, mientras que Estados Unidos cuenta con un pormenorizado expediente, tan claro como el de El Chapo y sus vínculos con el calderonismo.

Del abuso fiscal de Moctezuma a las primeras prostitutas aztecas y el surgimiento del padrote tlaxcalteca, más impune que los adversarios de la 4T, porque ya lleva, no lo 36 años del cínico neoliberalismo, sino los 500 años que le siguieron a la Conquista.

Así que hurgando como nos gusta hacer, encontramos que el pueblo tlaxcalteca llevó más lejos su odio contra Moctezuma, cuando en 1519 Ahuianime y Monamacac fueran las más famosas prostitutas aztecas, como podría afirmarlo, aunque nunca lo hiciera, Miguel León Portilla, reemplazadas a partir de entonces y hasta este 2022 del tercer milenio, por mujeres plagiadas, secuestradas, esclavizadas y “en blanco tratadas” (25% de unas 70 mil a la fecha), por clanes de familias tlaxcaltecas.

Ah, porque esto también es otra historia; ¡y qué historia! Que va de la acumulada grasa peneana de un recién nacido, a la preparación de su “reinado” fálico, con el que viajará acompañado de sus “princesas” al mismo Bronx donde, sin embargo, ellas nunca verán Las Luces de Nueva York.

COSA DE PRENSA y LORD MOLÉCULA OFICIAL lleva ya varias jornadas documentándose del tema, para hacer un trabajo periodístico que nos devuelva la dignidad que la política nos ha evidenciado.

Hemos hecho recorridos, explorando el terreno, y pronto daremos mejores resultados; por ahora, conformémonos con lo que hemos relatado, y este escenario adicional, para pausar la charla.

O digámoslo así: “Sereno, moreno”.

Caras morenas, predominantemente infantiles, regularmente adolescentes y aparentemente ingenuas; caritas con boquitas pintadas de rojo vivo, pelo corto, regular o largo, lo mismo da, porque ni su sencillez en el vestuario, ni su imagen sin tanto brillo, les restan la feminidad que venden, la lágrima que esconden y la hermosura que nadie les podrá quitar nunca.

Mujeres al fin; el principio y el fin de todo.

En un comercio, apuramos el cuarto de pollo rostizado como si tuviéramos mucha hambre y de reojo y por las espaldas (porque hay que estar alerta a los chineros) veíamos el comercio carnal, en una de aquellas calles.

Chicas de pantalones rojos, amarillos, negros y rosas, platicando quitadas de la pena; hombres que se acercan a los oídos de algunas, susurran dicen y se retiran con una mano en bolsa, contando algunas monedas, quizás lamentándose que ni para eso les alcance.

A ellas se acerca una joven pareja, jóvenes sencillos y virtuosos, entregan una hoja de papel a las mujeres que venden caro su amor y se despiden bendiciéndolas y agradecidos.

En aquel papel les dicen:

“Desde que te vi ofreciendo tu cuerpo a cambio de unos billetes, tengo ganas de escribirte. Te vi una expresión incompleta, llena de contradicciones, de sueños incumplidos, de ilusiones agotadas.

“Te escuché incluso y percibí una voz fingida, estudiada. Con palabras justas para atraer la atención y despertar el deseo. Pero vacía, hueca de sentimientos.

“Deberías estar descubriendo los secretos del primer amor, ese que deja tantas huellas en el alma.

“Pero, sin embargo, estás ahí, en la calle. Estás ahí, jugando amor, pero sin haberlo conocido nunca.

“Eres madura, sin serlo. Eres experta, sin haber pasado por la sencillez. Eres el final, sin haber vivido el principio…”

LA COSA ES QUE…

¿Pero quién le escribió eso a la mujer de la calle, por supuestísimo, de todo nuestro respeto?

¿Le seguimos el jueves?

Qué tal.

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