“Te voy a reconocer porque me lo pide mi partido, pero te voy a vigilar las manos”, le advertiría Clouthier a Salinas y aquello sería suficiente para que el 1 de octubre de 1989 José de Jesús muriera en “un accidente automotriz”, que su propio hijo se negara a que se investigara, “porque la familia estaba convencida”, mintiendo, porque Tatiana y sus hermanas Lucía y Rebeca, jamás lo reconocieron así.
- El callismo y los presidentes de papel
- Instituciones indiferentes al Presidente
- ¿Hay Presidente de México o no lo hay?
Javier Rodríguez Lozano
Miércoles 4 agosto 2021.- La historia de México registra muchos presidentes de papel, como los callistas Pascual Ortiz Rubio, Emilio Portes Gil, Abelardo L. Rodríguez y ¿por qué no?, el propio Álvaro Obregón, sorprendido por la crueldad de Plutarco Elías Calles, como Díaz Ordaz con la de Echeverría, Colosio con la de Salinas, la de Zedillo con Labastida, la de Fox con Calderón y la de Felipe con el pueblo de México… presidentes de papel.
Vapuleado y vejado, herido y lastimado hasta el tuétano, el mexicano lector de “la prensa oficiosa”, como le dice Andrés Manuel López Obrador, a quienes usurpan el control a través de la manipulación de la realidad cotidiana, todavía defiende a esos presidentes de papel que hundieron al país en el más vil atraso.
La mayoría de los mexicanos ignora, por no haber viajado, cómo viven otros países que sienten vergüenza de sus malos presidentes, como en el resto de América Latina donde han sido enjuiciados y encarcelados quienes mandaran y defraudaran en Guatemala, Venezuela, Colombia, Perú, Argentina y Brasil.
Ahora, mientras la 4T piensa cómo llevar a los malos presidentes al banquillo de los acusados y se les someta a juicio y sean sentenciados al ostracismos y la vergüenza pública por su corrupta e impune conducta, se manifiesta con toda su crudeza el real enemigo de la democracia: El Instituto Nacional Electoral.
La última vez que el gobierno se encargó de unas elecciones presidenciales fue en 1988, cuando Carlos Salinas de Gortari le robó el triunfo a Cuauhtémoc Cárdenas, apuntalado fieramente en el proceso electoral, primero por Heberto castillo y luego por Manuel J. Clouthier y Rosario Ibarra de Piedra, que juraron no reconocer el “triunfo” salinista.
Mucho trabajo les costó a Diego Fernández de Ceballos, Luis Héctor Álvarez, Carlos Castillo Peraza y Luis Felipe Bravo Mena, convencer a Maquío para que reconociera a Carlos Salinas:
“Te voy a reconocer porque me lo pide mi partido, pero te voy a vigilar las manos”, le advertiría Clouthier a Salinas y aquello sería suficiente para que el 1 de octubre de 1989 José de Jesús muriera en “un accidente automotriz”, que su propio hijo se negara a que se investigara, “porque la familia estaba convencida”, mintiendo, porque Tatiana y sus hermanas Lucía y Rebeca, jamás lo reconocieron así.
Aquello fue una crueldad del panismo arteramente operado por Diego.
Después de “La caída del sistema de 1988” que le permitió a Salinas adueñarse de la Presidencia y dilapidar la riqueza nacional regalándola a los extranjeros, predominantemente españoles, surgiría la necesidad de crear un nuevo sistema electoral.
Pero primero se quemaron las boletas electorales, resguardadas en el Palacio Legislativo de San Lázaro y en 1990, en aquella legislatura en la que surgieran a la política dos auténticos buitres, entre otros: Ricardo Monreal y Vicente Fox, se debatió y aprobó la iniciativa que creó el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), que creó al Instituto Federal Electoral.
Y en 1996, mediante reformas al artículo 41, el Legislativo desligó al IFE del Poder Ejecutivo y le otorgó la autonomía con la que, como Carlos Fuentes que decía: “Oh, democracia, cuántos crímenes se cometen en tu nombre”, así también, desde entonces, en México las elecciones las gana quien quiere el INE y no el pueblo.
Y se dan el lujo de enfrentarse al Presidente con total impunidad.
Y eso tiene que acabar ya.
No es posible que el INE y “la prensa oficiosa” desplacen a la Primera Magistratura del País, representada por el Presidente de la República, y conduzcan a México por donde a ellos les plazca.
Aquí alguien que juró respetar y defender la Constitución no lo está haciendo.
¿Hay Presidente de México o no hay Presidente de México?
¿El Presidente vive en Palacio, pero los que mandan están en Tlalpan, avenida Cuauhtémoc y en Bucareli?
¿Quién va a defender a los pobres cuando la 4T haga agua si la dejan?
¿De qué se va a tratar?
LA COSA ES QUE…
El presidente Andrés Manuel López Obrador quiere ganar poniendo la otra mejilla y eso nunca les funcionó a otras culturas, como las judaica o musulmana, por ejemplo; sin embargo, es un hecho que el mal no se combate con el mal.
En eso tiene razón, porque también la tuvieron los Insurgentes (Allende, Morelos, Bravo, Guerrero), Madero y Cárdenas, y por lo menos nos heredaron Patria, pero los malandros de hoy, ¿qué están heredando al porvenir?
Esperamos que su iniciativa de Reforma Electoral sea la repuesta y no que desaparezca el INE, no; pero sí esa mesa redonda de vividores que lucra con la nobleza de un pueblo que mientras tenga novelas, futbol y noticias a modo, no descubrirá nunca quiénes le meten la mano a sus bolsillos.
Por ejemplo, ¿el niño Ernesto López Obrador y los americanistas le seguirían yendo a ese equipo de futbol, que ha dejado de ser mexicano y ya es español, quienes más han explotado a México?
Qué tal.