- Algunas memorias de periodistas
- Antes de que se extinga este oficio
- Excélsior ya perfila escribir su libro
Javier Rodríguez Lozano
Lunes 12 abril 2021.- Escribir memorias del periodismo en época de rápidos cambios generacionales, de vidas y sociedades abreviadas por la gripa, debe ser un ejercicio que marque la diferencia entre el decir sin decir y el decir con sentido.
Las redes sociales son hoy un decir sin decir y el periodismo siempre ha sido decir con sentido. Una muy significativa diferencia.
Algunos ejemplos de titulares en YouTube que quieren decir algo, pero no dicen nada:
– “Al bote candidato de MC Cae amigo de Samuel Con las manos en la masa De última hora”. O: “Esto te hace pobre Casi nadie aguanta esta información”. Y: “Loret de Mola contestó!! No va a creer lo que expresó porque AMLO lo exhibió en la mañanera”.
Y los encabezados principales de primera plana de la prensa mundial, que en unas cuantas palabras lo dicen todo:
London Herald del 25 de octubre de 1929: “Wall Street Crash!”, con una secundaria que decía: “Black Thursday in America”; el The National News del 14 de abril de 1866: “Lincoln Shot”, y en la secundaria “Doctor dijo que no sobrevivirá”. El mismo London Herald cabecearía el 16 de abril de 1912: “Titanic Sinks”. Y su secundaria relataba “una gran pérdida de vidas”.
Aquello, al más puro estilo de las redes sociales, son el decir sin nada decir; y esto, el periodismo, fue, es y siempre será, el decir con sentido. Enorme diferencia.
Sin embargo, la prensa escrita e impresa en papel -no así la digital- está condenada a desaparecer y muy pronto. Lo que no desaparecerá nunca será el periodismo, es decir, la responsabilidad humana de informar y escribir con sentido.
Estamos en el segundo año de una nueva generación, que arribara después de un abrupto y radical cambio generacional, en el que lo que había en diciembre de 2019 ya no sirve para 2020 y continúa actualizándose en 2021.
Uno de esos cambios es que los éxodos humanos del campo a las ciudades vienen de regreso y poco a poco irá instalándose en la salud mundial el criterio de que es mejor vivir en el campo, en los pueblos, en las rancherías, que en los barrios, colonias y fraccionamientos de las ciudades del tamaño que sean, donde los estándares de supervivencia se acortan dramáticamente.
Y otro de los cambios es saber identificar las fuentes de información que digan la verdad y que no estén sujetas a los grandes intereses económicos y políticos, como ocurre en estos momentos con la gran prensa en todo el mundo.
El virus chino no desaparecerá en los siguientes años.
Quienes saben más y lo pueden documentar, independientemente de que el nivel intelectual de muchas sociedades aún no esté listo para digerirlo, saben que ha llegado para quedarse.
Y lo mejor -decía Sun Tzu en El Arte de la Guerra– es prepararse para sobrevivir o para morir, sea cual sea el caso.
O dicho en otras palabras, conocer y aceptar lo que quiere hacer el enemigo y tratar de adelantársele y conseguirlo; o despedirse con dignidad. No hay otra.
Pero no todo está mal escrito en la redes sociales, porque hay periodistas ejemplares que escriben con mucho sentido; otros quisieran hacerlo y aunque tienen el talento, no se animan, porque están clavados al “qué dirán”, a un grillete de auto amordazamiento que les va bien.
Pero hay otros periodistas que pensamos diferente, precisamente aprovechando que ya no habrá mucho tiempo como antes, para pensar.
Alfredo Jiménez Ramos es un compañero reportero con quien compartí la fuente policiaca en los 80s, él para Excélsior y yo para La Prensa.
Había otros reporteros policiacos de El Periódico de la Vida Nacional, como Raúl Uzeta y Luis Segura, cuando otro egresado de ahí fuera el jefe de prensa de Alfonso El Negro Durazo: Víctor Payán. Para El Universal cubría Guillermo Valencia Ramírez, también un señorón.
Yo siempre pensé que en la memoria de un reportero siempre habrá mucho más de lo que publica y es natural, porque los espacios en los periódicos eran muy reducidos y la mente es infinita.
De ese privilegiado talento leemos hoy en Facebook los dos primeros relatos que sobre Excélsior ha publicado Alfredo Jiménez, exquisitos, excelsos, puntuales, que nos remiten a los años en que, efectivamente, había verdaderos maestros del periodismo y las más grandes redacciones no estaban disponibles para cualquiera.
Para los aprendices de brujos, aspirantes a reporteros de entonces, era más fácil colarse al Olimpo de Zeus, Venus y Afrodita, que a las redacciones de las vacas sagradas de entonces: Luis de Cervantes y Ariel Ramos, por decir lo menos.
En la fuente policiaca, con el comandante mexiquense Rafael Naranjo Tejeda, aprendí que para para ser un buen policía y un mejor periodista, había que estar más que locos, sino bien locos. Yo sí estuve bien loco por mi fuente policiaca.
LA COSA ES QUE…
Cuando se han calentado los motores es cuando se nos acaba el espacio.
Continuaremos en otro momento sobre la memorias de los periodistas y sus periódicos, hablamos de un oficio que está a punto de ser devorado por las mal escritas redes sociales.
Qué tal.
COSA DE PRENSA / Libreta de reportero
- Algunas memorias de periodistas
- Antes de que se extinga este oficio
- Excélsior ya perfila escribir su libro
Javier Rodríguez Lozano
Lunes 12 abril 2021.- Escribir memorias del periodismo en época de rápidos cambios generacionales, de vidas y sociedades abreviadas por la gripa, debe ser un ejercicio que marque la diferencia entre el decir sin decir y el decir con sentido.
Las redes sociales son hoy un decir sin decir y el periodismo siempre ha sido decir con sentido. Una muy significativa diferencia.
Algunos ejemplos de titulares en YouTube que quieren decir algo, pero no dicen nada:
– “Al bote candidato de MC Cae amigo de Samuel Con las manos en la masa De última hora”. O: “Esto te hace pobre Casi nadie aguanta esta información”. Y: “Loret de Mola contestó!! No va a creer lo que expresó porque AMLO lo exhibió en la mañanera”.
Y los encabezados principales de primera plana de la prensa mundial, que en unas cuantas palabras lo dicen todo:
London Herald del 25 de octubre de 1929: “Wall Street Crash!”, con una secundaria que decía: “Black Thursday in America”; el The National News del 14 de abril de 1866: “Lincoln Shot”, y en la secundaria “Doctor dijo que no sobrevivirá”. El mismo London Herald cabecearía el 16 de abril de 1912: “Titanic Sinks”. Y su secundaria relataba “una gran pérdida de vidas”.
Aquello, al más puro estilo de las redes sociales, son el decir sin nada decir; y esto, el periodismo, fue, es y siempre será, el decir con sentido. Enorme diferencia.
Sin embargo, la prensa escrita e impresa en papel -no así la digital- está condenada a desaparecer y muy pronto. Lo que no desaparecerá nunca será el periodismo, es decir, la responsabilidad humana de informar y escribir con sentido.
Estamos en el segundo año de una nueva generación, que arribara después de un abrupto y radical cambio generacional, en el que lo que había en diciembre de 2019 ya no sirve para 2020 y continúa actualizándose en 2021.
Uno de esos cambios es que los éxodos humanos del campo a las ciudades vienen de regreso y poco a poco irá instalándose en la salud mundial el criterio de que es mejor vivir en el campo, en los pueblos, en las rancherías, que en los barrios, colonias y fraccionamientos de las ciudades del tamaño que sean, donde los estándares de supervivencia se acortan dramáticamente.
Y otro de los cambios es saber identificar las fuentes de información que digan la verdad y que no estén sujetas a los grandes intereses económicos y políticos, como ocurre en estos momentos con la gran prensa en todo el mundo.
El virus chino no desaparecerá en los siguientes años.
Quienes saben más y lo pueden documentar, independientemente de que el nivel intelectual de muchas sociedades aún no esté listo para digerirlo, saben que ha llegado para quedarse.
Y lo mejor -decía Sun Tzu en El Arte de la Guerra– es prepararse para sobrevivir o para morir, sea cual sea el caso.
O dicho en otras palabras, conocer y aceptar lo que quiere hacer el enemigo y tratar de adelantársele y conseguirlo; o despedirse con dignidad. No hay otra.
Pero no todo está mal escrito en la redes sociales, porque hay periodistas ejemplares que escriben con mucho sentido; otros quisieran hacerlo y aunque tienen el talento, no se animan, porque están clavados al “qué dirán”, a un grillete de auto amordazamiento que les va bien.
Pero hay otros periodistas que pensamos diferente, precisamente aprovechando que ya no habrá mucho tiempo como antes, para pensar.
Alfredo Jiménez Ramos es un compañero reportero con quien compartí la fuente policiaca en los 80s, él para Excélsior y yo para La Prensa.
Había otros reporteros policiacos de El Periódico de la Vida Nacional, como Raúl Uzeta y Luis Segura, cuando otro egresado de ahí fuera el jefe de prensa de Alfonso El Negro Durazo: Víctor Payán. Para El Universal cubría Guillermo Valencia Ramírez, también un señorón.
Yo siempre pensé que en la memoria de un reportero siempre habrá mucho más de lo que publica y es natural, porque los espacios en los periódicos eran muy reducidos y la mente es infinita.
De ese privilegiado talento leemos hoy en Facebook los dos primeros relatos que sobre Excélsior ha publicado Alfredo Jiménez, exquisitos, excelsos, puntuales, que nos remiten a los años en que, efectivamente, había verdaderos maestros del periodismo y las más grandes redacciones no estaban disponibles para cualquiera.
Para los aprendices de brujos, aspirantes a reporteros de entonces, era más fácil colarse al Olimpo de Zeus, Venus y Afrodita, que a las redacciones de las vacas sagradas de entonces: Luis de Cervantes y Ariel Ramos, por decir lo menos.
En la fuente policiaca, con el comandante mexiquense Rafael Naranjo Tejeda, aprendí que para para ser un buen policía y un mejor periodista, había que estar más que locos, sino bien locos. Yo sí estuve bien loco por mi fuente policiaca.
LA COSA ES QUE…
Cuando se han calentado los motores es cuando se nos acaba el espacio.
Continuaremos en otro momento sobre la memorias de los periodistas y sus periódicos, hablamos de un oficio que está a punto de ser devorado por las mal escritas redes sociales.
Qué tal.