por Jocelyn Soto
Las corporaciones tienen responsabilidades importantes en detener los orígenes de la contaminación, sin embargo, le apuestan a continuar con las mismas prácticas bajo el argumento de que eso es lo que quieren sus consumidores.
Es, en muchos casos, la regla de la oferta y la demanda. Por ejemplo, si las y los consumidores aumentan la compra de carne, la industria ganadera también hará crecer el número de ganado que llevará al matadero, así como la tierra deforestada que requiere para su pastoreo. Sin embargo, si la o el consumidor exige que sus productos favoritos no contaminen el medio ambiente, las corporaciones se verán obligadas, para atraer más clientes, a demostrar que cumplen con ello.
¿Cómo es el consumo responsable?
Los criterios básicos del consumo responsable son: comercio local con bajas emisiones de bióxido de carbono (CO2) y la cercanía entre productores y consumidores; un proceso de producción respetuoso del ambiente con uso nulo o mínimo de insumos químicos, promoción de la biodiversidad, prácticas de conservación de suelos, manejo sustentable del agua y mantenimiento de los ecosistemas así como la reducción de embalajes; un comercio justo y socialmente responsable que asegure el respeto de las culturas, buenas condiciones de trabajo y procesos de toma de decisiones incluyentes y democráticos, en una relación comercial basada en la transparencia.
¿Cuántas veces pensamos en esto antes de hacer una compra? ¿Con qué frecuencia preferimos hacer la despensa en el mercado local para apoyar la economía de una familia o una red campesina?¿Revisamos que el producto está libres de plástico de un sólo uso y preferimos las tiendas a granel? ¿Nos importa si lo que compramos se produjo a costa de la sobreexplotación de los bienes naturales e incluso de las personas más empobrecidas del país?
Estas decisiones hacen la diferencia entre un sistema de producción responsable, basado en las necesidades reales de la población, y uno que se sostiene a costa de la explotación de los bienes naturales, la cultura y el trabajo de las personas que habitan el campo o viven en condiciones de pobreza.
Necesitamos reflexionar más a menudo sobre estas circunstancias, informarnos al respecto (aquí puedes descargar la guía de consumo responsable), verificar qué alternativas más ecológicas existen y empezar a cambiar nuestras decisiones, porque esta correspondencia entre las decisiones corporativas y las decisiones de compra nos revelan el poder de las y los consumidores.
Mandemos, a través de nuestro consumo responsable, un mensaje a las corporaciones: ¡No vamos consumir nada que lleve consigo historias de abusos, explotación, desigualdad o contaminación! Y sabemos que nuestras decisiones de consumo pueden cambiar el rumbo del planeta.