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La Crónica Mañanera, aquí y ahora
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Dinero y poder son primos hermanos
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El poder obnubila a los inteligentes
Javier Rodríguez Lozano
AGUASCALIENTES, Ags., miércoles 29 enero 2020.- Estoy seguro que mis amigos, mis compañeros de generación (1966) me desmentirían o por lo menos debatiríamos sabroso, sobre los ingredientes más ricos de los géneros de eso que tanto nos apasiona y que se llama periodismo. Llegué a Aguascalientes en 2006 (de regreso, después de salir en 1953, porque aquí nací y en el templo de San José me bautizó el presbítero José Ramírez Alonso, hermano de Ernesto Alonso, El Señor Telenovela 1917-2007 y del torero Alfonso Ramírez “Calesero”, porque Aguascalientes es la cuna del toreo mexicano). Yo creía dominar todos los géneros -la noticia, el reportaje, la entrevista y la crónica- pero no era suficiente. El Hidrocálido nunca me entendió cuando le enviaba desde la benemérita Universidad Autónoma de Aguascalientes algunas colaboraciones que denominé “Los Géneros”, Página 24 de plano me corrió, no éramos iguales, y El Sol nunca me dio trabajo. Era normal, los criterios editoriales eran galácticamente distantes. Lamentablemente, las “etimologías” de estos productos editoriales, los géneros, o dicho de otra manera, sus orígenes, raíces y principios, no eran otros más que precisamente los acuñados en los viejos regímenes, desde Obregón con sus “cañonazos de 50 mil pesos” (oro), que hoy serían los millones de pesos de los lópez dóriga, ciro y otros, hasta los 2,000 pesos que aquel viejo reportero de El Nacional, Juan Chávez, entregaba a los reporteros noveles en las giras del presidente José López Portillo- Y cuidado con rechazarlos porque eso equivalía a una suspensión de tres días por parte de tu periódico. En aquellos días era una ofensa rechazarle un chayo al Presidente… Pero el punto es que la crónica es uno de los más hermosos géneros del periodismo. José Ortega y Gasset (creo que es el premio de periodismo que con el Pulitzer, valen la pena, los demás son puro relleno, por supuesto, nada ambicionables, porque no los otorgan nuestros pares, sino el poder político) arribó muy pronto desde la noticia hacia la crónica en El Sol, de España, el periódico de sus mayores… A pesar de peinar canas de medio siglo, mi mente teflón me ha traicionado y solo recuerdo a dos buenos cronistas: Miguel Reyes Razo en Excélsior y Fidel Samaniego en El Universal. Naturalmente, y por supuestísimo, que hay otras y otros compañeros con un espléndido estilo que supieron y saben, dejar huella y “género”. Por ejemplo, Martha Anaya, la misma Anabel Hernández y no se diga, Lidia Cacho. (Espero me perdonen las omisiones mis amigos y amigas Socorro Valdez, Mireya Cuéllar, Lourdes Piña Soria, Isabel Arvide y tantas y tantos más)… En 1966 el secretario de Educación Pública era nada menos que el autor de Las tierras flacas y Al filo del agua, don Agustín Yañez; su jefe de prensa era otro literato, don Rafael F. Muñoz. Y el reportero favorito de ambos era Miguel Reyes Razo. Él me recibió la primera vez que visité una oficina de prensa, en el año ya citado… Estas reminiscencias vienen a cuento porque eso ya se acabó, ya se murió; las anécdotas del periodismo de la segunda década del tercer milenio serán diferentes. Ahora es muy probable que su epicentro ya no sean las giras presidenciales, ni los informes de gobierno de los estados y mucho menos, los cafés de El Chufas de las calles de López (que ya no existe) o de La Habana, que sí existe, con todo y el fantasma de Fidel Castro y el Granma, en alguna de sus mesas, en Morelos y Bucareli, sino Las Mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador. Vamos, lo que creemos que está faltando ahí, en el Salón de la Tesorería, es La Crónica Mañanera, que a partir de este momento voy a iniciar yo, aquí, en este espacio, ¿o qué no? … Este martes, AMLO dijo conocer -por su experiencia, pero “sobretodo en la cuestión política- que “dinero y poder son primos hermanos”. De gente que llega a ocupar cargos pequeños, “o sea, que se suben a un ladrillo y se marean, porque el poder atonta a los inteligentes y a los tontos, los vuelve locos”. (Mañana le seguimos).
LA COSA ES QUE…
No es así –permítasenos, señor Presidente, digo yo, más bien: “El poder obnubila a los inteligentes y enloquece a los pendejos”; qué tal.