Javier Rodríguez Lozano
Periodista
AGUASCALIENTES, Ags., jueves 2 enero 2020.- Con mucho cariño (a propósito de la depresión, esa falta de serotonina que a todas y todos nos afecta): A Quien Corresponda:
Siempre me ha gustado escribir, vivo de escribir y como de escribir, mas no siempre me salen las palabras como las piensa mi mente y las siente mi corazón.
Por ejemplo, ¿cómo explicar que tengo la impresión de que una Inteligencia Superior juega con nosotros los seres humanos?
Juega con ese famoso libre albedrío que lo mismo nos da independencia y prosperidad, pero también miedo (a lo desconocido, al peligro, al rechazo, al qué dirán, incluso, al éxito, y lo peor aún: a vivir). Hay infinidad de clases de miedos, la mayor parte de ellos, inútiles.
Y cuando nuestro nivel de inteligencia emocional no nos da para controlar el miedo (del tipo que sea) surge la pesadilla mayor llamada depresión; también, la mayor parte de las veces, sin siquiera saber por qué, a cuenta de qué o por quién. Simplemente nos flagela y ya.
Creo que el precio mayor que tenemos que pagar por vivir se llama depresión. Pero cuando le quitamos la máscara es cuando en realidad empezamos a vivir.
Quizá por eso fue que Viktor L. Frankl, salvaría muchas vidas, evitándoles el suicidio a muchos presos del Holocausto, poniéndolos a pensar en El Sentido de la vida, y descubriendo que eso, y nada más que eso, es lo que todas y todos necesitamos para vivir: Hallarle un sentido a la vida.
Y también, quizá por eso -para regalarnos un escudo contra la depresión- fue que Lucas relatara en el capítulo 17, versículo 1 párrafo 4 de su Evangelio, lo que Jesús dijera a sus discípulos, y que fue ésto: “IMPOSIBLE ES QUE NO VENGAN LOS TROPIEZOS; MAS ¡HAY DE AQUEL POR QUIEN VIENEN!”
En este punto de inflexión, entre los tropiezos vistos como una cosa totalmente natural, por ser tan antiguos como la existencia humana misma; y quien causa los tropiezos, está (humildemente, creo yo) el secreto de la depresión:
-Todas y todos nos deprimimos. Lo que nos hace diferentes es cómo manejamos esa moneda de dos caras que se llama, por un lado, discreción y resiliencia (resistencia al sufrimiento); y por el otro, abandono y vulnerabilidad.
Si dice que la mitad de la comprensión de la inteligencia emocional es saber que algo o alguien nos está engañando con algo.
Creo que para tener una mejor relación con la depresión -esa gran embustera- durante el resto de nuestras vidas, esa aceptar su existencia y, como aconseja sabiamente El Sermón de la Montaña, ponerle la otra mejilla.
De la misma manera que el miedo desaparece cuando lo enfrentamos cara a cara, así también, la depresión pierde su poder sobre nosotros cuando la identificamos y la aceptamos como parte de la condición humana.
La depresión es tan natural como el oxígeno que respiramos, la alimentación y la sexualidad misma, que tanta felicidad han traído a nuestras vidas.
Feliz 2020