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México no “cambió” pero el peso sí
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El debate es: ¿AMLO sí o AMLO no?
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Negros intereses se comen a Morena
Javier Rodríguez Lozano
AGUASCALIENTES, Ags., viernes 12 abril 2019.- Especialistas en los medios de comunicación, como Jorge Zepeda Patterrson en las páginas del periódico El País, opinan algo en lo que muchos mexicanos estamos de acuerdo. Dice: “México no cambió el 1 de diciembre. Inseguridad, corrupción, economía desigual y distorsionada gozan de cabal salud”. Y tiene razón, la corrupción y la impunidad galopan alegremente en las praderas de muchos gobiernos de los estados, especialmente en sus juzgados comunes, donde “hacen que trabajan, pero no hacen nada”, decía Cantinflas, y la violencia no para, antes al contrario, crece sin freno. Naturalmente, mientras las condiciones de vida en los hogares no cambien, las cosas seguirán siendo las mismas; en tanto la corrupción de juezas y jueces siga campante, no cambia nada. Seguimos igual. Donde también tiene razón el alguna vez breve director del periódico El Universal, es en que mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador no se dé cuenta de esa realidad y la reconozca como tal –la de que hubo cambio para que nada cambiara- seguiremos viviendo dentro del viejo régimen, “que por desgracia sigue siendo el México de hoy”, dice el analista… El único de los integrantes del gabinete que le ha renunciado al Presidente, aun desde antes de que tomara posesión, ha sido el hoy secretario de Hacienda, don Carlos Urzúa Macías, porque no siempre está de acuerdo con él. Por ejemplo, las opiniones encontradas sobre el crecimiento económico, en las que finalmente el jefe de las finanzas públicas nacionales corrigió y aseguró que sí habrá crecimiento del 4% al finalizar el sexenio. ¿Y por qué don Carlos reculó? Bueno, revisó mejor sus números, como obliga su dilatada formación de matemático y poeta, algo muy poco común en el servicio público… Veamos. Ocurre que sí, tienen razón las y los analistas que cuestionan las ocurrencias del Presidente y sus políticas públicas, desde la cancelación del nuevo aeropuerto y de los dineros para las estancias infantiles, así como los montos destinados a los 25 programas sociales ejes de su sexenio, como los de adultos mayores, becas a jóvenes, entre otras. Veamos el México de antes, aquel que teníamos cuando López Obradora buscaba ganar las elecciones y después de que asumiera la Presidencia, el 29 de junio de 2018 la cotización del peso frente al dólar era de 19.87. En el último año de Enrique Peña Nieto la incertidumbre del peso era el pan de cada día, porque la Reserva Federal de Estados Unidos encarecía el dinero, el TLC se tambaleaba y había tensiones comerciales del vecino país del norte con China y la Unión Europea, a la que ahora presiona Trump por apretarle el cinturón a Inglaterra por lo del Brexit. Subió a 19.96 el 30 de octubre de 2018… Vayamos más atrás: en noviembre de 2014 el peso estaba a 13.77, pero en enero de 2017 se disparaba a 20.76. Después de las elecciones en que arrasó López Obrador el dólar valía 18:55 pesos. Con esa cifra cerró el sexenio de Peña Nieto, pero al cerrar el año, por la desconfianza, el 31 de diciembre de 2018 la cotización era de 19.68. Y así nos vamos el primer cuatrimestre de la nueva administración. Vinieron todas esas “ocurrencias” que le han criticado el Presidente López Obrador, como además, el tren maya, el combate al huachicoleo con la consiguiente compra de pipas, entre otras, pero este jueves 11 de abril de 2019 la cotización del peso frente al dólar cerró en 18.66. Es decir, regresa a sus orígenes inmediatos… Creemos que eso, el comportamiento de la moneda mexicana frente al billete verde del vecino país del norte, en el idioma de los economistas, de los financieros y también en el de Juan Pueblo, se llama es-ta-bi-li-dad. Sin embargo, no es suficiente.
LA COSA ES QUE…
En Aguascalientes, a diferencia de los otros cinco estados donde el próximo domingo 2 de junio habrá elecciones, donde arrasará Morena, el partido del Presidente, en Aguascalientes fracasará una vez más la izquierda local, porque cándidamente se ha dejado que intereses multimillonarios y aun inconfesables, como los que representa Arturo Avila Anaya y otras candidaturas compradas, les comerán el mandado; qué tal.