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La capacidad de asombro
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Misterio de los avionazos
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Iniciamos amplio reportaje
Javier Rodríguez Lozano
AGUASCALIENTES, Ags., viernes 3 de agosto de 2018. – Una de las grandes dificultades a las que se enfrenta el periodista es aquella en la que sabe que lo que quiere contar es verdadero, pero no tiene suficientes elementos para argumentarlo y darle certidumbre; no tiene más remedio que la de olvidarse de escribir para las masas y confiar en que los dos o tres lectores que lo conocen, entiendan lo que quiere decir con sus hallazgos… Nos introducimos al aprendizaje del periodismo pensando que la fuente policiaca tenía mucho más que decir, que todas las demás fuentes informativas y no nos equivocamos, seguimos pensando lo mismo. Por eso, cuando sucede algo extraordinario, verdaderamente impactante, se pone en marcha nuestro “pensamiento de reportero policiaco”, a pesar de que en el camino nos cambien todas las preguntas, cuando nos habíamos aprendido todas las respuestas. Como cuando preparamos nuestras preguntas de una conferencia de prensa… Nietzsche nos dejó una duda al preguntarse: “¿Cuánta capacidad de verdad es capaz de soportar la humanidad? El Instituto Sicap, de Tijuana, en su presentación diserta sobre la capacidad de asombro y dice: “La mediocridad y la pérdida de asombro van de la mano, porque la primera es una falta de profundización, ya que pasan cosas por nuestras vidas y no nos detenemos a reflexionarlas”. Sin embargo, decimos nosotros, no es fácil abordar los más espinosos temas, cuando en nuestro entorno hay muchas mentes que no entenderían que hay mucho más, más allá de los árboles del bosque y de nuestras propias narices. Por eso hoy vamos a escribir para los niños, únicos capaces de aprender de los acontecimientos inesperados, según estudios especializados que relatan también que, “tal vez por eso los clásicos apuntaban que la capacidad para asombrarse era la base de la filosofía, una disciplina que se define como la capacidad de hacer reflexiones sobre la esencia, las propiedades, las causas y los efectos de las cosas naturales, especialmente sobre el hombre y el universo. De ahí la importancia de no perder la capacidad de asombro” … En este contexto de la capacidad de asombro; ojo, exclusiva de las mentes abiertas, como las de los niños, empezaremos a hablar aquí, con lenguaje de reportero policiaco, de los accidentes de aviación, para ofrecer una “hipótesis” que no se leerá en ninguna parte, pero que no por eso será irreal; habrá sustento verificable de muchas maneras, de muchas fuentes. Nos referimos al milagro ocurrido este martes en el estado de Durango, cuando un aparato de Aeroméxico cayó a tierra, se incendiara y salvaran la vida 103 personas, 99 pasajeros; piloto, copiloto y dos aeromozas. Nunca, léase bien, nunca la opinión pública sabrá con exactitud qué fue lo ocurrió, basada en los informes oficiales que se emitan de la caja negra. No está en los protocolos internacionales de la aviación comercial, ofrecer al público la información completa de las cajas negras de los aviones siniestrados. Dichos informes siempre son más o menos como los peritajes de las quemazones y de los crímenes perfectos. En el primer caso, “por un corto circuito” y en el segundo “por un paro cardiaco”, dirían peritaje y dictamen de la necropsia. En el caso de la aviación, el primer acusado es “un error humano”, por eso los pilotos organizados se apresuran a desmentirlo antes de que se conozcan las primeras “posibles causas” del accidente… ¿Qué fue lo que pasó con el avión de Aeroméxico? ¿Por qué se desplomó apenas unos cuantos segundos, que no llegaron ni a tres minutos, después de elevarse, para caer enseguida? Esa es la primera parte de la interrogante, y la otra: ¿Cómo fue que piloto, copiloto, aeromozas y pasajeros, dominaron el terror colectivo que provoca toda crisis inevitable y, como piezas de un reloj, lograron cada quien hacer su trabajo con gran eficacia y eficiencia, protegiendo todos con ello sus propias vidas? Ese vocablo que este miércoles presumieron los encabezados de los periódicos, de “Milagro”, no fue gratuito.
LA COSA ES QUE…
Nos planteamos nosotros, que los milagros solo se deben a algo sobrenatural, a la intervención de una inteligencia superior, comprensible solo a unos cuantos, particularmente, quienes profesan una creencia religiosa. Y no, decimos nosotros, no están equivocados, como demostraremos al final de este reportaje que iniciamos hoy; qué tal.