Los sondeos del embajador de George W. Bush, Tony Garza, incluyeron al sonorense priista Manlio Fabio Beltrones, como documentara Julian Assange en el cable diplomático 06Mexico505, uno de los que entregara al periódico La Jornada en 2011, pero terminaría inclinándose por Felipe Calderón, para evitar la militarización que se proponía AMLO e impulsar en su lugar el operativo “Rápido y Furioso y en 2008 la Iniciativa Mérida, con cuyos escenarios EU y Genaro García Luna “se despacharían con la cuchara grande”.
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Nos invaden y ni nos enteramos
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Los intercambios entre México y EU
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Delicadeza canceló ayer transcripción
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Retomó Sheinbaum el tema difícil
Javier Rodríguez Lozano
CIUDAD DE MÉXICO, miércoles 29 enero 2025.- Quizá por la extrema delicadeza del tema se haya cancelado la difusión de la transcripción de la Mañanera de ayer, donde se habló de los intercambios militares entre México y Estados Unidos, no siempre sujetos al respeto a la soberanía, como lo prueba el Plan Mérida, donde el vecino país y Genaro García Luna “se despacharían con la cuchara grande”.
Nuevamente, sin que le formularan pregunta al respecto, lo que demuestra que nadie hizo la tarea, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo recordó ayer cómo, por qué y para qué, Carlos Salinas de Gortari impondría a Ernesto Zedillo y la manera en que éste pusiera su gestión al servicio de los intereses del vecino país del norte.
Estos escenarios también nos recuerdan a Rubén Aguilar Valenzuela, aquel vocero de Vidente Fox y suegro de Jorge Álvarez Máynez, candidato presidencial de Movimiento Ciudadano y deudor del periódico La Jornada, al que ya no le quiso seguir pagando la franquicia en Aguascalientes y cambiaría su logo a LJA.
Aguilar Valenzuela corregía todos los días al ranchero de las botas, que Estados Unidos convirtiera en Presidente de la República, mediante manipulación como hiciera con todos sus antecesores después de Lázaro Cárdenas, desde Manuel Avila Camacho (al meterlo a la Segunda Guerra Mundial) y hasta Enrique Peña Nieto.
Esto último no lo explicaría así la presidenta Claudia Sheinbaum, lo decimos nosotros, mas sí lo establecería con el ejemplo citado a los periodistas el viernes pasado, pero no la entienden…
Más bien, no la quieren entender como ocurrió ayer al reportero de El Universal, Salvador Corona, a quien el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, respondiera a una de sus preguntas diciendo: “Ya se ha dicho y lo vuelvo a decir”.
Aguilar Valenzuela, también guerrillero de las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí de El Salvador en los años 80s, haría celebérrima su frase cotidiana de: “Lo que el Presidente quiso decir…”
Claudia Sheinbaum sería mejor entrenada para enfrentar las preguntas difíciles de la prensa, por la exreportera de La Jornada, nuestra compañera y amiga Rosa Icela Rodríguez, hoy secretaria de Gobernación, porque maneja muy bien sus respuestas, que en ninguno de los casos se van de ocho o a encabezados espectaculares, simplemente porque no cae en el juego de los periodistas.
A nosotros en este espacio, con este tema del libro de Labastida, nos gustaría decir que: “Lo que la Presidenta quiso decir es que…” Pero no lo vamos a hacer.
Lo que hay que destacar es que a Sheinbaum Pardo le queda muy claro que los presidentes de los viejos regímenes fueron manipulados por Estados Unidos y que ella nunca va permitir que Donald Trump, ni su administración la manipulen, porque eso sería traicionar a su pueblo y esto nunca lo va hacer; no caerá en los chantajes que surjan, como el de Gustavo Petro, presidente de Colombia, cuando se negara a recibir a deportados y Trump hiciera temblar su escritorio, no con un manotazo, sino con un mazazo arancelario con epicentro en la Oficina Oval.
Después de referirse de nueva cuenta al libro de Francisco Labastida y cómo Estados Unidos prestó dinero a Ernesto Zedillo para resarcir “el error de diciembre”, pero a cambio de que perdiera el PRI y ganara el PAN en el 2000, Claudia Sheinbaum recibiría otras preguntas reporteriles, algunas de ellas de mucho kilataje, poco comunes, porque en el periodismo de mi generación se nos prohibía a los reporteros hablar mal del Presidente, de la Virgen de Guadalupe y del Ejército; hoy es diferente.
Una pregunta que sacó de onda a la Presidenta, fue la de una reportera que solicitó la opinión presidencial sobre declaraciones de Ricardo Monreal, de reformar la Constitución para impedir la entrada a México de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.
“Habría que preguntarle a Monreal qué quiso decir”, diría la Mandataria.
Lo cierto es que este es el tema más delicado de todos cuantos están en el largo enlistado de las relaciones bilaterales. Fue necesario que el general secretario de la Defensa, Ricardo Trevilla Trejo, respondiera la pregunta refiriéndose solo a los acuerdos de colaboración entre México y Estados.
Pero las intenciones de intercambios militares bilaterales no siempre han sido positivas para México, por ejemplo: Si Estados Unidos haría ganar a la candidatura de Fox en 2000, seis años después haría lo mismo con Felipe Calderón, condicionándolo a declarar la guerra al crimen organizado, misma que iniciaría el michoacano en el día 10 de su gestión de 2006, porque EU sabía, así se los había dicho claramente, que Andrés Manuel López Obrador militarizaría la seguridad pública.
Los sondeos del embajador de George W. Bush, Tony Garza, incluyeron al sonorense priista Manlio Fabio Beltrones, como documentara Julian Assange en el cable diplomático 06Mexico505, uno de los que entregara al periódico La Jornada en 2011, pero terminaría inclinándose por Felipe Calderón, para evitar la militarización que se proponía AMLO e impulsar en su lugar el operativo “Rápido y Furioso y en 2008 la Iniciativa Mérida, con cuyos escenarios EU y Genaro García Luna “se despacharían con la cuchara grande”.
LA COSA ES QUE…
Estos últimos apuntes de mi libreta de reportero ejemplifican que los intercambios militares entre México y Estados Unidos no siempre han favorecido a nuestro país, antes al contrario, con algunos de ellos se recrudece la violencia, como ocurre en estos momentos en Guanajuato, bajo el distractor de la presunta guerra de cárteles en Sinaloa, tres veces menos mortífera que la del Sepulcro de las Momias.
México, de una vez por todas, debe encarcelar a sus expresidentes, actualizar sus acuerdos internacionales en materia de soberanía y seguridad nacional, y militarizar sus aduanas, sus puertos y sus fronteras, para protegerse mejor no solo del trasiego de armas y de precursores químicos ilegales, sino también para blindarse del ingreso de extranjeros detonadores de violencia, que han invadido al país sin enterarnos siquiera.
No hacerlo sería traicionar al pueblo de México, al negarle la dignidad que merece.
Qué tal.