COSA DE PRENSA / La Mañanera

Indomable guerrerense, Ana Ignacia Rodríguez Márquez, “La Nacha”, con Roberta, La Tita Avendaño, las dos únicas mujeres en el Comité de Huelga del Movimiento Estudiantil del 68, presa en Santa Martha Acatitla y amnistiada en 1970, cuando ayudáramos a redactar su tesis de Derecho. (En 2015, en su visita a Aguascalientes, con quien esto escribe).

 

 

 

  • 2 de Octubre no se olvida

  • Exculpa Estado Mexicano a Echeverría

  • GDO admitiría culpa en decisión ajena

  • ¿Quién más pudo haberlo ordenado?

 

 

Javier Rodríguez Lozano

 

CIUDAD DE MÉXICO, jueves 3 octubre 2024.- En su Crítica de la razón pura, a Immanuel Kant iluminaba igual su escrúpulo por el verdadero significado de las palabras, como ocurrió ayer al Estado Mexicano al referirse a la responsabilidad histórica del Movimiento Estudiantil de 1968, atribuible por confesión de parte, a Gustavo Díaz Ordaz; pero sin ignorar ni decirlo, la de Luis Echeverría Álvarez.

 

En su primera mañanera, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, auto declarada “Hija del 68”, ofreció disculpas a las víctimas de aquellos sangrientos hechos y atribuyó la responsabilidad histórica a GDO; Rosa Icela Rodríguez hizo la proclama respectiva, “desde la Secretaría de Gobernación, donde se instrumentara la represión al pueblo”; y Pablo Gómez, titular de la Unidad de Investigación Financiera y preso del 68, se preguntó ahí mismo: “¿Quién más pudo haberlo ordenado”.

Si después del 26 de julio, en que se iniciara el conflicto con la bronca entre estudiantes de una Prepa del Polí en la Ciudadela y la Issac Ochoterena, hasta el 1 de agosto en que Díaz Ordaz tendiera una mano a la nación, durante una visita a Guadalajara, y ahí estuvimos, había corrido ríos de sangre, sería más la tinta utilizada después del 2 de octubre siguiente con la matanza de Tlatelolco.

 

Había un “institucionalismo” en la clase política de entonces, que obligaba a las jerarquías a cubrir a sus subalternos: A GDO no lo salvó su soberbia, pero si ofrecía una mano al pueblo por algo era.

 

Una de las versiones -de entre el río de versiones que existen, aunque a GDO no lo salve nada- es que aquel 1 de agosto de 1968 en que aquel presidente visitara Guadalajara, compartiría algunas confidencias con su mejor amigo de entonces, el gobernador de Jalisco, Francisco Medina Ascencio.

 

Después de terminada su gestión en 1970, recibiría en México a aquel mandatario jalisciense, a quien entregaría sus memorias, en las cuales cuenta algunas cuestiones que nunca salieron a la luz, porque así era su voluntad: “No quiero que se publiquen, a menos que mi familia lo autorice”, le dijo don Gustavo a Medina Ascencio.

 

Cuentan que un ingeniero que devino en escritor, Enrique Krauze, habló con Gustavo Díaz Borja y le pediría prestadas aquellas memorias; la familia Díaz Ordaz también abomina de este escritorzuelo, porque asegura que tergiversó la historia.

 

Durante casi 12 años, desde la subsecretaría de Gobernación en el gobierno de Adolfo López Mateos y Díaz Ordaz en la secretaría, hasta 1970 en que terminara el sexenio del de Chalchicomula, hoy Ciudad Serdán, Puebla, fue Luis Echeverría quien tomaría las principales decisiones en materia de seguridad interior, desde donde el de San Jerónimo Lídice, empezaría a construir el robo de la Presidencia, porque le ganaría el destape al PRI de Alfonso Martínez Domínguez, a través de su cuñado Rubén Zuno Arce, quien convenció al aguascalentense Augusto Gómez Villanueva.

 

Eso lo sabía muy bien el secretario de la Defensa, Marcelino García Barragán, quien después de aquel discurso del candidato Echeverría en la Universidad Nicolaíta de Morelia, del 23 de noviembre de 1969, en el que -con su “minuto de silencio”- culpaba al Ejército de la matanza del 2 de octubre, advertiría al presidente Díaz Ordaz que las Fuerzas Armadas no apoyarían a su candidato.

 

Echeverría, que había recibido el dato de que sería sustituido como candidato presidencial por Fernando Gutiérrez Barrios, según filtración de Emilio Martínez Manatou, viajó de emergencia al rancho de García Barragán, pero pedirle de rodillas al general que no le retirara su apoyo.

 

Para convencerlo le ofreció lo mismo que Carlos Salinas de Gortari al PAN en 1988, cederle la presidencia un sexenio más tarde, pero no cumpliría.

 

De ahí a que, los tres escenarios lingüísticos, idiomáticos o simplemente verbales, de la Presidenta Sheinbaum, la secretaria Rosa Icela y Pablo Gómez, fue ayer tanto o más preciso, pulcro y puntual, que el de Kant su Crítica de la razón pura: GDO, responsable histórico, desde Gobernación se instrumentó la represión al pueblo, y ¿quién más pudo haberlo ordenado?

 

En su primero Mañanera, de tan solo 80 minutos, Sheinbaum Pardo dio una muestra de lo que será su sexenio:

 

“Soy hija del 68”, dijo.

 

Agregó:

 

“Para mí es una obligación hablar del día de hoy. Soy hija del 68, mi madre participó en el movimiento estudiantil, era profesora del Politécnico Nacional…Tenía 6 años cuando sucedió, es algo con lo que crecimos, muy doloroso; el movimiento abrió la puerta a la participación política de los jóvenes”.

 

-No enjuiciará presidentes, aunque todos merezcan la cárcel, porque “el pueblo ya los juzgó”.

 

-Ahora la Fiscalía General de la República participará en las reuniones de seguridad y con ello se controlan dos complejos extremos: La labor policiaca federal y la de su cuestionado titular Alejandro Gertz Manero.

 

-Guanajuato es el estado más violento del país, con el mayor número de muertos. No lo dijo, pero el plan de Gobierno de la presidenta no contempla el ferrocarril de pasajeros a ese estado y su vecino Aguascalientes, ambos gobernados por el PAN.

 

Nosotros, aquí en COSA DE PRENSA, recordamos a La Nacha.

 

El 2 de octubre de 2018,  Heriberto Paredes publicaría en Animal Político, algo sobre ella. Diría:

 

“Las mujeres presas en el Reclusorio Femenil de Readaptación Social de Santa Martha Acatitla, según las cuentas que hace Nacha, fueron 8, sin embargo, aclara que la mitad salieron luego de ocho días. Sólo 4 se quedaron dos años”.

 

En ese grupo estaba además, Roberta Avendaño, la Tita, representante de la Facultad de Derecho ante el CNH y Adela Salazar, dirigente del Comité de Padres de Familia.

 

“Con los hombres hubo una diferencia, porque como ellos eran muchos, se estacionaron en una crujía y ahí les permitían escribir, les permitían leer, muchas cosas que les permitieron y con eso vivieron su prisión más tranquila. Tenían visita en celda, cosa que nosotros jamás tuvimos, podían jugar en el patio, meter libros, a nosotras no nos daban chance de comer en nuestras celdas. Siempre tuvimos que convivir con las presas comunes, bajábamos y recogíamos el rancho con toda la necesidad que teníamos y lo que hacíamos era lavarlo todo y luego le poníamos verduras, todo de contrabando, porque no estaba permitido. Y así era como comíamos un poco mejor”, relata amargamente Ana Ignacia Rodríguez, conocida como Nacha, quien, a pesar de los años, aún guarda lo amargo de la cárcel, escribiría el reportero Paredes.

 

LA COSA ES QUE…

 

La recibimos en Aguascalientes en 2015 y recordamos aquella casa de pensión en Independencia 62, con Lupita Galindo, edificio que caería en los terremotos del 19 de septiembre de 1985.

 

En aquellos años le ayudamos en la redacción de su tesis y nos encantó leer para ello, desde César Beccaria, hasta la Blackstone de Abraham Lincoln y hasta tuvimos el honor de conocer a algunos juristas mexicanos, como Andrés Iglesias Baillet, Raúl Carrancá y Rivas, y a don Víctor Velázquez, defensor de Porfirio Díaz y padre de Juan Velázquez, “El Abogado del Diablo”, que en 90 juicios no conociera la derrota, menos defendiendo a Salinas.

 

Un fuerte abrazo, querida Nacha.

 

Qué tal.

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