• La importancia de saber leer bien
• Al no saber leer todo es mentira
• Y muchos son felices con lo falso
• Mentir también tiene sus encantos
Javier Rodríguez Lozano
CIUDAD DE MÉXICO, lunes 19 agosto 2024.- ¿Usted sabe leer?
No nos referimos al método de aprendizaje y conocimiento que empezamos a aprender en las primeras lecciones de la educación primaria, a fuerza de ordenar gramatical, ortográfica y sintácticamente, las veintisiete letras del abecedario del idioma español.
De la riqueza infinita y única del español -entre los siete mil 168 idiomas que se hablan en los poco más de 200 países que hay en el mundo, de los cuales solo siete son los más conocidos, además: Inglés, francés, alemán, italiano, portugués y ruso- Don Quijote, de Cervantes Saavedra, es su mejor referencia… Y aún así, poco lo entienden.
Ya lo decían las Sagradas Escrituras: “Quien pueda oír que escuche; quien pueda mirar, que vea”, porque lo cierto es que a más de dos mil años de aquellas frases divinas, predomina aún entre la condición humana el no saber oír, ni mucho menos, mirar; pésele a quien le pese.
No se entiende de otra manera cómo es que el mundo puede soportar los escenarios bélicos que lo flagelan, principalmente la Franja de Gaza, donde a los ojos de la humanidad entera los judíos cometen los más horrendos crímenes y nadie dice nada… Y si dice, ha de ser en silencio porque nadie escucha.
Y eso se debe a que no se sabe leer.
No se entiende de otra manera cómo es que el conflicto de Ucrania continúa, después de que la ambición del poder económico global, vía Estados Unidos y al menos 26 de los 27 países de la Unión Europea, lo provocó con el irracional avance de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la sordera de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para imponer la paz, como es su obligación original.
Y eso se debe a que no se sabe leer.
No se entiende de otra manera cómo es que Estados Unidos insiste en arrebatarle a China la isla de Taiwán, cuando ese territorio pertenece al principio universalmente reconocido como “Una sola China”, y esa aberración geopolítica ha puesto al Dragón en furiosas llamaradas y al pie de la guerra.
Y eso se debe a que no se sabe leer.
No se entiende de otra manera cómo es que la Organización de Estados Americanos (OEA) mantenga aún el control de la mayoría de los 21 países que la conforman, donde una minoría -entre ella, Bolivia, Venezuela, Cuba y México- no está de acuerdo en el manipuleo que sobre ella ejerce Estados Unidos, al imponer su voluntad por encima de las de sus pueblos, como el de ostentarse en juez de toda lo que suceda en Latinoamérica… ¿A cuenta de qué?
Y eso se debe a que no se sabe leer.
No se entiende de otra manera cómo es que haya quien crea que la candidata del partido Demócrata en Estados Unidos, Kamala Harris, tenga ventaja en las encuestas, frente a un Donald Trump que simplemente es un girante -torpe, bocón y cruel, si se quiere; pero gigante- frente a ella, que tiene la ventaja que le da la Gran Prensa y es, naturalmente, falsa.
Y eso se debe a que no se sabe leer.
No se entiende de otra manera cómo es que a la mayoría de la población planetaria le interesan más los programas de televisión, las falsedades de la radio y de la prensa escrita, que le hablan de “famosos”, de olimpiadas, de copas del mundo y de mil espectáculos que nada tienen que ver con la calidad de vida de las personas, aunque sí, y mucho, con su miseria.
Y eso se debe a que no se sabe leer.
En el caso mexicano, un sinfín de movilizaciones populares -como en Venezuela y todo el mundo, cuando los astros no se alinean en favor del poder económico global- son pontificadas y magnificadas por la Gran Prensa, haciendo responsables a los gobiernos de, por ejemplo, los crímenes de la delincuencia organizada, que para evitar complicaciones judiciales prefiere desaparecer en el fuego o el ácido a sus víctimas, y luego financiar a sus familiares para que los busquen y culpen a los gobiernos de esos crímenes. Y la gente lo cree.
Y eso se debe a que no se sabe leer.
LA COSA ES QUE…
Cierto, mentir también tiene sus encantos. La Gran Prensa le dice a Usted lo que debe creer y la ingenuidad y nobleza de Usted es tanta que lo cree… Y en ese enorme pecado, de no ser responsable con la realidad de la convivencia social, cree que todo lo que le dice la Gran Prensa es verdad, cuando en realidad lo está engañando… Y Usted es feliz en ese engaño.
Son los otros datos, los que tienen la verdad; búsquelos, vívalos y regrese sus pies a la tierra. Oiga y vea, y sea feliz.
Qué tal.
Y eso se debe a que no se sabe leer.
Y eso se debe a que no se sabe leer.
Y eso se debe a que no se sabe leer.