-
El día 11 de las caídas de El Mayo y Melesio
-
AMLO y CSP en el foco rojo del México Bronco
-
La prueba de fuego para Claudia Sheinbaum
-
Alito Moreno desplazaba a Morena en Sinaloa
Javier Rodríguez Lozano
SIERRA MADRE OCCIDENTAL, Dgo., lunes 12 agosto 2024.- A pocos kilómetros de la caseta de cobro de Coscomate, en algún punto de la sierra entre Durango y Mazatlán, a la entrada de uno de los primeros túneles de la más espectacular cordillera de México, un retén maloso bloqueó la carretera… El solo pedir unas monedas en lugar de violentarse, revelaba que la misión era otra: Asegurarse de mantener la paz.
Increíble, pero cierto, porque lo vivimos.
Unas horas más tarde, a poco más de 340 kilómetros de ahí, en Culiacán, Sinaloa, el presidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo, inaugurarían un hospital inconcluso, pero idealmente oportuno para hacer presencia en el foco más rojo del México Bronco y llamar a apaciguar la guerra que late entre los más poderosos cárteles de la droga.
Pareciera que todo empezaría el pasado 25 de julio, cuando desconocido sujeto piloteara una avioneta desde Sinaloa hasta un aeropuerto privado entre Texas y Nuevo México, donde viajarían Joaquín Guzmán López, el hijo de El Chapo; e Ismael Zambada García, El Mayo, el más poderoso y legendario de los capos de las drogas, que nunca antes fuera detenido, luego que hijos y parientes fueran asesinados y otros, enjuiciados y liberados en el vecino país del norte.
Y horas después asesinaran a Héctor Melesio Cuén Ojeda, exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, líder del Partido Sinaloense y priista diputado federal electo, quien en versión difundida por. el abogado del Mayo, Frank Pérez, ese día se reuniría con Joaquín Guzmán López y el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya.
Pareciera que todo empezaría el pasado 25 de julio, pero no; al menos durante los pasados 12 meses se habría registrado un conjunto de episodios que irían mermando la gigantesca figura del icónico líder original del Cártel de Sinaloa (antes, Cártel de Guadalajara y Cártel del Pacífico) a quien Joaquín Guzmán Loera, El Chapo -su compadre, por bautizar precisamente a quien lo pondría en “modo justicia” estadunidense, Joaquín Guzmán López, su hijo- como serían otros operativos en que resultarían muertos y detenidos muchos de sus hombres, además del cáncer que padece y que le obligara a bajar de la sierra al consultorio médico de Culiacán, donde sería contactado por su ahijado y luego entregado a la policía del mundo, la estadunidense.
¿A cuanta de qué o de quién, policía del mundo? Solo ellos, los gringos, lo saben, aunque Putin, Xi Jinping, Lula, Bukele, Maduro y AMLO, entre otros, lo pregunten sin hallar otra respuesta que sea diferente a la del abuso histórico global.
Luego de varios minutos de espera ahí, a la entrada del túnel, en algún punto de los tres mil 311 metros cuadrados de la cadena montañosa que va de Sonora a Jalisco, pasando por Chihuahua, Durango y Nayarit, en medio de espeso bosque de elevados y frondosos pinos, encinos y oyameles, se retiró el retén y pudimos continuar la travesía, no sin antes defender la camiseta:
Al recibir el billete de 20 pesos que le ofrecimos en lugar de los 10 que pedía, el sujeto miraría el chaleco beige que portábamos con logotipo guinda y la leyenda: “Escuela de Periodismo Carlos Septién García”, y exclamaría: “Que bonito chaleco, ¡regálamelo!”, y me obligó a responder: “Con mucho gusto lo haría, pero es solo para periodistas”. Dio marcha atrás y yo seguí mi camino.
Sin embargo, ese prolongado parón me provocaría una falla mecánica en mi vehículo que me tuvo unas horas abandonado a mi suerte en la cima de la sierra, hasta que un ángel disfrazado de mecánico llegaría a mí, surgido de quién sabe dónde, para reparar el sobrecalentamiento en mi camioneta y entonces pude seguir hasta Mazatlán, tras atravesar la cadena de extensos túneles y mil curvas del sinuoso camino.
Al día siguiente, sábado 10, AMLO y Sheinbaum estaría en Culiacán, a hora indeterminada y de agenda confidencial, por razones de seguridad.
Lo hemos dicho muchas veces, no hay en la clase política nacional -y es muy probable que ni aún en la académica e intelectual- un politólogo más completo que López Obrador.
Él sabe muy bien que todos los nuevos presidentes de México son recibidos por una muy violenta prueba de fuego.
Así le pasó a Lázaro Cárdenas, que se enfrentara al Maximato de Calles; López Mateos, contra el influyentismo cardenista que pudo llamarse igual y por el que doña Eva Sámano habría de encarar enérgicamente a Cuauhtémoc Cárdenas, calificándolo de “muchacho malcriado”; el Delamadridismo, contra los secuestros del comandante policiaco sinaloense Aureliano Rivera Yarahuán, “La Hiena de Sinaloa”; o Carlos Salinas de Gortari, con “La caída del sistema” que le llevó a regalar al país al extranjero y a abrir al país al neoliberalismo, para ser saqueado como nunca en su historia.
La prueba de fuego para Claudia Sheinbaum es ya -porque, además, ningún presidente de México empezaría a gobernar antes de tomar posesión, como ella- será precisamente el crimen organizado, que asola al país con la complacencia del poder político y el sector privado, desde que precisamente Cárdenas del Río enviara a su ex agregado militar en Francia, el general Francisco Javier Aguilar González, a fundar el primer cártel de las drogas, encargado de suministrar desde las fronteras, mariguana a los soldados estadunidenses que combatían en la Segunda Guerra Mundial, hasta Enrique Peña Nieto, el verdugo de los 43.
Y López Obrador no quiere un escenario de esos para la primera mujer presidenta de México, y por eso ambos vinieron a Culiacán, muy cerca de aquí, a pedir que haya paz en la región y en México, como también lo hiciera El Mayo Zambada en sus primeras diligencias ante la justicia estadunidense, indebidamente porque Estados Unidos no debe tener ningún tipo de injerencia en un país soberano como México, a la que todos los presidentes anteriores a AMLO se subordinaran.
LA COSA ES QUE…
Algo que aún no se difunde en los medios de comunicación es que semanas antes del 25 de julio pasado, Ismael El Mayo Zambada estuvo a punto de ser capturado por la Marina y el Ejército, que realizaron numerosos operativos en Sinaloa, con enfrentamientos que dejaron muchos muertos y que, incluso, no se esclareció cuántos de ellos habían sido del crimen organizado y cuántos otros, militares.
Se confiscaron muchas casas habitación, armas y equipo de laboratorio y toneladas de metanfetaminas y otros estupefacientes… Todo ello, en busca de El Mayo.
En otra escena de la misma trama, hace más de un mes, la Secretaría de Gobernación llamaría a México al exrector de la UAS, Héctor Melesio Cuén Ojeda y al gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, para pedirles una tregua a su beligerancia ancestral: Ambos nacerían en Badiraguato, con no menos espolones para gallo que otros más conocidos en todo el mundo, siempre en busca del poder político.
Ese antagonismo entre Melesio y Rocha le hizo perder a Morena mucho terreno en el pasado proceso electoral y para el próximo sexenio sería no una piedra, sino una descomunal roca en el zapato.
En su visita a Culiacán este sábado, el presidente Andrés Manuel López Obrador, exculpó al gobernador Rubén Rocha Moya, quien niega que se iba a reunir con El Mayo, “me señalan de narco por el solo hecho de haber nacido en Badiraguato”, argumenta el mandatario sinaloense, defendido también y en el mismo sentido, por la clase política dominante, la morenista, que sin embargo, ha cometido muchos errores en los cargos públicos sinaloenses, como los que señalaba precisamente el combativo y sacrificado Héctor Melesio Cuén Ojeda, cuyo deceso caló muy hondo en la sociedad sinaloense.
Otro dato que luego detallaremos, es que hace poco más de un año, Héctor Melesio pondría en marcha su propia “mañanera” -un podcats de 97 transmisiones en Yotube, muchos de ellos hasta de más de una hora, desde la cual hablaría de todo, predominantemente en contra de la gobernanza sinaloense.
LA COSA ES QUE…
Sí, a través de Héctor Melesio, Alito Moreno estaba desplazando a Morena en Sinaloa, aunque Usted no lo crea.
Por eso y por muchas ottras cosas más, Sinaloa es una guerra que late… Pero no estallará al menos no, de aquí a octubre próximo.
Qué tal.