80 años de / El Colegio de México

CIUDAD DE MÉXICO, viernes 9 octubre 2020.- MODERADORA: En estos momentos, preside la ceremonia de conmemoración de los 80 Años de El Colegio de México el presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Andrés Manuel López Obrador.

Lo acompañan la presidenta del Colegio de México, doctora Silvia Elena Giorguli Saucedo.

El expresidente del Colegio de México, doctor Andrés Lira González.

El también expresidente del Colegio de México, doctor Javier Garciadiego Dantán.

Asimismo, damos la bienvenida a las autoridades que nos acompañan, a las y los profesores investigadores y estudiantes del Colegio de México y a quienes nos siguen a través de la transmisión en vivo y las redes sociales en todo el mundo.

Todas y todos ustedes sean bienvenidos.

A continuación, solicitamos al presídium tomar asiento.

A continuación, el presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos firmará el libro de visitantes distinguidos del Colegio de México.

(FIRMA DE LIBRO DE VISITANTES DISTINGUIDOS)

MODERADORA: Procederemos a escuchar el mensaje a cargo del doctor Andrés Lira González.

ANDRÉS LIRA GONZÁLEZ, EXPRESIDENTE DEL COLEGIO DE MÉXICO: Señor presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Andrés Manuel López Obrador; doctora Silvia Giorguli, presidenta de nuestra casa de estudios; doctor Javier Garciadiego, expresidente y colega; distinguidas y distinguidos invitados, colegas, amigas y amigos todos.

En 1965, siendo estudiante de la maestría en historia, asistí a la celebración de los primeros 25 años de nuestra institución ahora octogenaria. Desde 1961 el colegio gozaba de casa propia, el edificio de Guanajuato 125, que pese a las ampliaciones y adaptaciones resultó insuficiente para cumplir sus objetivos el colegio ocupaba espacios rentados cerca, ahí en la colonia Roma.

La solución vino con la construcción y entrega que hizo en 1976 el gobierno federal a cambio de aquel acogedor edificio, dotándonos del magnífico espacio en el que hoy estamos y que, no sin dificultades y trabajos, sigue siendo suficiente y grato, lo cual se explica por el esfuerzo y buen orden de la institución que como proyecto social y académico no ha dejado de crecer, haciendo los ajustes y adaptaciones a la realidad que vivimos y prevemos en tiempos y espacio muy distinto a los de aquella celebración a la que asistí hace 55 años. Faltaban entonces, perdonen la indiscreción, faltaban cinco años para el nacimiento para la actual presidenta del colegio.

Silvia Elena Giorguli Saucedo es la primera mujer en el cargo y es quien ha llegado con menos edad a la presidencia. El noviembre en 2015, confirmado por otros cinco años en este 2020, implicó un cambio de género y generacional.

Haciendo un recuento de los presidentes del colegio, hallo que sólo los tres últimos resultamos menores en edad a la institución, los cinco primeros tenían pleno uso de razón cuando se fundó el colegio y, salvo uno, eran venerables o (inaudible) en la tradición purépecha cuando asumieron el cargo.

Alfonso Reyes, nacido en 1889, andaba en sus 51 avanzados cuando dejó de presidir la Casa de España en México para hacerse cargo de la flamante institución que le sucedió y que presidió hasta el 27 de diciembre de 1959, fecha en que murió.

Daniel Cosío Villegas andaba en sus 62 muy vitales y bien vividos, había servido a ambas instituciones cuando en enero de 1960 sucedió a don Alfonso; le sucedió a este, a Cosío Villegas, Silvio Zavala en enero de 1963, se acercaba a los 54 años, 14 de los cuales había servido a la institución como fundador y profesor del Centro de Estudios Históricos.

En 1966 salió para hacerse cargo de la Embajada de México en Francia, le sucedió Víctor Urquidi, entonces, el más joven presidente del colegio, nacido en 1919, andaba en los 48, pero se hizo adulto mayor en el cargo que dejó en 1985 cuando llegó a la presidencia Mario Ojeda, con 58 años de edad, nació en 1927.

Saldría a los 68 en 1995 en que le sucedí, tenía yo entonces 54 años y era nueve meses menor que El Colegio de México, pues nací el 8 de julio de 1941. Llegó luego Javier Garciadiego 10 años menor que el colegio, pues nació el 5 de septiembre de 1951, y le sucedió Silvia Giorgulia, a quien agradezco la invitación para participar en esta celebración de los 80 años del colegio.

Ochenta años entre ocho, siete presidentes y una presidenta, da un promedio de 10 años por presidencia, pero la realidad no es simétrica. Hay dos presidencias de larga duración, la de Reyes y la de Urquidi, de 19 años y meses ambas; dos de corta permanencia, las de Cosío Villegas y la de Silvio Zavala, por más que ambos destacan por su larga labor como autoridades y profesores de la institución.

Fue a partir de Mario Ojeda cuando se impuso el periodo decenal, pues en 1990 decidió que sólo un quinquenio más desempeñaría el cargo y esto se adoptó como regla en la reforma estatutaria después del año 2000, la renovación quinquenal hasta entonces indefinida se limitó a una vez, haciendo posibles periodos de 10 años desempeño razonable para el desarrollo personal e institucional.

Las instituciones son ámbitos de posibilidad y responsabilidad. Como organizaciones dotadas de personalidad y medios de acción, hay que apreciarla por los logros de quienes las integran, señaladamente de quienes las dirigen, esclareciendo fines y aprontando mecanismos para el buen desempeño de quienes laboran en ellas, velando por el diseño y cumplimiento de proyectos individuales y colectivos, sin perder de vista la totalidad del entorno. En el caso de nuestra octogenaria institución, se trata del cultivo de disciplinas científicas, cuya enseñanza, aprendizaje y ejercicio exigen continuidad y plena dedicación.

Ese afán fue el origen del Colegio de México. La Casa de España en México, fundada en agosto de 1938, como asilo de científicos y humanistas españoles desplazados y perseguidos durante la Guerra Civil que destruyó el régimen republicano dejó de tener objeto cuando triunfaron los militares rebeldes, se planteó entonces el arraigo y ubicación de los becarios acogidos en la casa. Médicos, biólogos, físicos, químicos, abogados y especialistas en diversas disciplinas hallaron espacio y campos propicios en diversas instituciones mexicanas.

Los cultivadores de las ciencias del hombre hallaron espacio propio en el colegio. En este proyecto tuvo que ver el joven historiador Silvio Zavala, formado en España y convencido por su experiencia de la necesidad de dedicación plena al trabajo científico. Había vuelto a México a fines de 1936, y en 1938 fundó la revista de Historia de América, que dirigió hasta 1965 en el Instituto Panamericano de Geografía e Historia, que desde fines de la década anterior tenía domicilio en México.

En 1941, Zavala fundó el Centro de Estudios Históricos del Colegio de México que dirigió hasta 1956, año en que salió a París para desempeñarse en la Unesco. La visión histórica de Zavala fue continental, transcontinental necesariamente como articulación de realidades, perspectivas de estudio, de la historia institucional y en el pensamiento pasó a la historia social, destacó el cultivo de la historia, del trabajo de los indios en la formación del mundo iberoamericano.

Por su parte, Alfonso Reyes, primer presidente del colegio, acogió la nueva revista de filología hispánica que planteó en nuestro país el filólogo argentino Raymundo Lida. Con ella nacería el Centro de Estudios Filológicos que se renovó como Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios en 1963 bajo la presidencia de Daniel Cosío Villegas, quien orientó la labor del colegio a las ciencias sociales y a los estudios internacionales con visión pragmática, sin perder de vista el cultivo de las humanidades impulsado en la primera etapa de vida de la institución. Ya para esas fechas don Daniel había fundado la revista de Historia Mexicana, que el año entrante cumplirá sus 70 años.

Sería largo entrar en detalle, sólo quiero destacar que cada uno de los presidentes del colegio imprimieron su peculiar sello en el cultivo de las ciencias del hombre como investigación y formación, sello marcado cada vez más por el desarrollo de las ciencias sociales.

Destaca en creatividad y atención a los problemas contemporáneos la larga y fructífera presidencia de Víctor Urquidi, vinculado a la institución de 1943 en el primer Centro de Estudios Sociales que dirigió, fundó y dirigió José Medina Chavarría hasta 1946, cuando abandonó México.

El Centro de Estudios Sociológicos renacería, se recuperó bajo la presidencia y creció al lado de otros centros de nuestra institución.

La personalidad de cada presidente se refleja en la dimensión y especialidades de la institución, atenta a las necesidades del país. Ese sello personal responsable y propio tiene como principio y horizonte la dimensión mundial de las realidades humanas, apreciable en los programas de enseñanza y en la vasta labor editorial y de discusión abierta en seminarios y simposios, esto en un ambiente que ha cambiado radicalmente de los años fundacionales a la fecha.

Baste decir con esto, y con esto término, que al mediar el siglo XX, cuando rebasamos los 30 millones de habitantes en nuestro país, era la Ciudad de México el lugar en donde se satisfacía el 80 por ciento de la demanda de educación superior.

La proporción iría cambiando a medida que avanza el tiempo y crecía la población. Al filo del siglo XXI, en la capital de la república se atendía sólo el 20 por ciento de esa demanda y el 80 por ciento en instituciones ubicadas en los estados.

Cuando se fundó El Colegio de México la población del país se acercaba a los 30 millones, hoy rebasa los 128 millones en un territorio transitado por migrantes extranjeros y connacionales, y afectado en muchos aspectos por problemas mundiales.

Identificar problemas, proveer los medios para atenderlos y prevenirlos requiere de una red institucional, de un conjunto armónico que debemos fortalecer.

Ejemplo de logros en este sentido puede verse en El Colegio de México y en otras casas de estudio, testimonios de urgencias también. Toca a todos perseverar y progresar en el esfuerzo institucional, como ahora responsable.

Muchas gracias.

MODERADORA: Cedemos la palabra al doctor Javier Garciadiego Dantán.

JAVIER GARCIADIEGO DANTÁN: Buenos días.

Muy estimado señor presidente de la República, licenciado Andrés Manuel López Obrador; querida presidenta del Colegio de México, doña Silvia Giorguli; señor secretario de Educación Pública, licenciado Esteban Moctezuma Barragán; director de la asamblea de asociados del Colegio de México; muy respetado Andrés Lira, ex presidente del Colegio de México; distinguidos invitados especiales, queridísima comunidad:

Decir que El Colegio de México cumple 80 años no hace honor a la grandeza de su historia, lo correcto sería decir que cumple años, que cumple 80 años de servir a México. No hay duda para nadie, el valor de sus servicios, de sus aportaciones contradice lo reducido de su tamaño y la brevedad de su historia.

Señor presidente López Obrador:

Por una de esas curiosas paradojas de la historia, El Colegio de México, que al mismo tiempo es una institución y una comunidad, ha tenido en su devenir tres grandes transformaciones y hoy vive la que podríamos llamar la etapa de cuarta gran renovación; sin embargo, como historiador advierto que, antes de analizar estos grandes cambios, debemos remontarnos a sus orígenes, a su fundación en tanto que sólo puede transformarse lo que existe.

Asimismo, y vuelvo a hablar como historiador, esos grandes cambios del Colegio de México no llenan su evolución pues también ha tenido largas y provechosísimas etapas de continuidad, porque la historia es la suma compleja e ineluctable de cambios y continuidades.

Así, me remonto a sus orígenes, a su fundación. Dentro de pocos días el país entero honrará a unos de sus hijos más preclaros, Lázaro Cárdenas, quien cumplirá 50 años de fallecido. Lo digo con orgullo, desde su nacimiento esta es una institución cardenista.

Iniciada la Guerra Civil española en julio de 1936, el representante mexicano en Portugal, Daniel Cosío Villegas, propuso al presidente Cárdenas, a través de Francisco J. Múgica, otro mexicano admirable, que el Gobierno de México invitara a algunos científicos e intelectuales españoles para que se radicaran en México mientras durara la contienda en su patria.

El propósito era que repartieran entre nosotros sus muchos y hondos saberes, los que podrían difundir al día siguiente de su llegada pues nos hermanaba la lengua.

Comprensiblemente llegaron pocos, comprensiblemente también no requirieron de grandes instalaciones, ni de abundantes recursos; por eso tuvo el nombre, pequeño, pero mayúsculo, humilde, pero entrañable, de la Casa de España en México.

Después de muchas peripecias organizativas, invitaciones, traslados y acomodos, la casa empezó a funcionar en agosto de 1938 con 12 miembros de los que menciono a León Felipe, José Gaos, Luis Recaséns Siches y María Zambrano. Su responsabilidad era impartir cursos, cursillos y conferencias no curriculares en las principales instituciones educativas y culturales del país.

Lo repito, nacimos como institución cardenista y como secuela de la cultura republicana, lo que significa austeridad, compromiso y generosidad.

La primera transformación se nos impuso muy pronto, a los pocos meses. A principios de 1939 tuvo lugar la trágica derrota del gobierno y del ejército republicanos. Aquellos que habían venido a convivir con nosotros por un tiempo no podrían regresar a su amada patria; al contrario, los llamados de auxilio se multiplicaron, eran muchos los que necesitaban abandonar su tierra, sus vidas corrían peligro, buscaron nuestro apoyo, pero desgraciadamente la casa tenía un gran corazón, pero brazos pequeños, incapaces de dar cobijo a tantos.

Para colmo, el sexenio de Lázaro Cárdenas llegaba a su fin, había incertidumbre sobre el futuro de la casa, pues era una institución identificada personalmente con el presidente saliente.

La solución, por imaginativa, hoy parece fácil. Se reunieron Cárdenas, Cosío Villegas y Alfonso Reyes, cabeza de la casa, y resolvieron convertirla en una institución permanente, sectorizada, pero con autonomía en la Secretaría de Educación Pública, tendría ya programas docentes propios concentrados en posgrados en humanidades y ciencias sociales, así nació en octubre de 1940, todavía con Cárdenas, El Colegio de México.

Lo repito, nacimos austeros, por más de 20 años carecimos de instalaciones propias, unos años vivimos de arrimados en unos cuartos que nos prestaba el Fondo de Cultura Económica, luego estuvimos en unas casitas rentadas en las colonias Roma y Juárez; finalmente, en 1961 el gobierno nos confiaría nuestro queridísimo edificio de la calle de Guanajuato que siempre fue inapropiado y luego se hizo, para colmo, insuficiente.

Decía que pasaron alrededor de 20 años de esforzado trabajo en docencia e investigación, en humanidades y ciencias sociales, sin protagonismos, pero con dificultades constantes, sobre todo la grave falta de presupuesto durante el sexenio alemanista.

Por el origen geográfico de la mayoría de los profesores, predominaban los temas hispanoamericanos. Debe considerarse que, por la Revolución, México había sido un país rechazado internacionalmente; sin embargo, luego de la Segunda Guerra Mundial y ya en plena Guerra Fría, el Estado mexicano durante el sexenio de López Mateos decidió que necesitaba salir al mundo, aunque primero tenía que comprenderlo, o sea, se necesitaban diplomáticos profesionales y se requerían analistas de la política internacional, no los había.

La Revolución nos había hecho introspectivos, vivíamos a la defensiva. Eran los tiempos del muro de Berlín, de la creciente aceptación internacional al gobierno de Franco, del nacimiento de países jóvenes a partir de culturas milenarias como la India, Israel y la República Árabe, estaba en expansión la guerra de Vietnam. Día a día se multiplicaban las guerras de descolonización en África y, más cerca de nosotros, daba inicio la Revolución Cubana.

El Colegio de México, con la panorámica visión de Silvio Zavala, aceptó el reto que se le planteaba. Se crearon el Centro de Estudios Internacionales, del que es egresado Marcelo Ebrard, y que hoy lleva el nombre de Centro de Estudios de Asia y África.

Gracias al Colegio de México, el país tendría presencia internacional y podría ser analizado el mundo desde aquí. Se dice fácil, pero nosotros le dimos al país sus primeros lentes de largo alcance. Con esos binoculares, el mundo resultó menos ajeno y extraño.

Con esta segunda transformación a la investigación que hacíamos con microscopio sobre nuestra historia y nuestra literatura se le agregó un telescopio para ver tierras lejanas.

Unos 10 años después se acabó el llamado milagro mexicano y comenzaron las crisis recurrentes, fueran estas políticas, demográficas, económicas o sociales.

El colegio otra vez se reinventó, ahora con el liderazgo de Víctor Urquidi. El Centro de Estudios Internacionales paso a ser también un espacio de estudios sobre la problemática política interna del país.

Se diseñó aquí la política demográfica dando fin al largo periodo poblacionista que término por ocasionar una explosión demográfica, que era una terrible amenaza económica, política y social.

Aquí se hicieron los primeros análisis de la problemática urbana y de sus graves consecuencias ambientales, también fuimos los primeros en cuanto a estudios de género y fue en esta institución donde se hicieron los primeros análisis de los dolorosos asuntos migratorios.

En materia económica aquí se formaron los que luego lograrían la internacionalización de nuestra economía y aquí se creó el primer grupo especializado en el petróleo. Me salto los nombres de todos ellos con mucho dolor.

Estoy hablando de los últimos decenios del siglo XX. Si antes el colegio había ayudado al país a conocer al mundo, ahora ayudaba a entender y resolver -siempre hemos sido propositivos- los mayores problemas nacionales.

Esta tercera reinvención implicó ciertas continuidades, el protagonismo de las ciencias sociales no implicó mengua alguna de nuestras disciplinas humanísticas.

Por aquellos años el colegio impulsó la mayor transformación historiográfica que ha tenido México, aparecieron los 10 gruesos tomos que analizaron la República Restaurada y el porfiriato por primera vez en forma rigurosa y los más de 20 tomos de la historia de la Revolución, pero también obras de síntesis, como la Historia general de México y la célebre Historia mínima, mínima sola de tamaño, traducida a más de 20 idiomas, editada en todos los formatos posibles y con más de 10 millones de ejemplares impresos. La Historia mínima ha moldeado la consciencia histórica de los mexicanos de los últimos 50 años.

Por aquellos días se inició otro proyecto inagotable: el Diccionario del español de México, sí, el nuestro, pero ya no como idioma correspondiente ni como lengua regional, no el español que se habla del otro lado del mar ni al pie de las cordilleras andinas o en el bullicioso Caribe, el nuestro, el hermoso, rico y variado español de México.

Señor presidente:

El colegio pasa hoy por su cuarto proceso de cambio y haremos el quinto cuando sea preciso y tendremos también periodos de evolución tranquila y de rica continuidad.

Este cuarto proceso de cambio ha implicado la ratificación y el ejercicio de nuestra autonomía. No supuso desvincularnos de la SEP nunca, pero sí del Conacyt, esto fue hace 20 años, lo que benefició a ambos. Ni el Conacyt pierde tiempo ocupándose de nosotros y nosotros, al ejercer la autonomía, practicamos la democracia que van juntas siempre, pues somos nosotros los que elegimos a nuestras autoridades, presidencia, direcciones y órganos colegiados, con reglas diseñadas por la propia comunidad que participa en las elecciones internas con enorme inteligencia y responsabilidad.

Nuestro cuarto proceso de cambio ha implicado también el rejuvenecimiento y la renovación, procesos dolorosos para algunos colegas en cualquier parte del mundo, pero son imprescindibles, más aún, son impostergables.

Hoy el 35 por ciento de los colegas tienen menos de 12 años de antigüedad. Como en el caso de la autonomía, la renovación incrementó nuestra democracia. Este 35 por ciento no ingresó por invitación, como antes se hacía, sino ganando concursos supervisados por los miembros de cada centro. No lo niego, estoy orgullosísimo de haber colaborado en que el colegio no se petrificara por el inevitable proceso de envejecimiento.

Obviamente, nuestro cuarto proceso de renovación implica los magníficos cambios traídos por nuestra presidenta Silvia Giorguli, cambios que enfáticamente elogio, los aplaudo tan fuerte como puedo.

Señor presidente López Obrador:

Hace unos años tuve el gusto de darle la bienvenida en tres o cuatro ocasiones. Siempre la comunidad de profesores, alumnos, los mejores y más esforzados del país, y de trabajadores, le expresó el mucho aprecio que le tiene, incluso su evidente cariño.

No me corresponde por protocolo darle hoy el saludo oficial. Lo hago, eso sí, como miembro de esta comunidad compleja y plural.

Aquí se han preparado académicos de excelencia, funcionarios capacísimos de ayer, como Manuel Camacho Solís y Samuel del Villar; y de hoy, como Graciela Márquez y Arturo Herrera. También se han formado aquí intelectuales críticos de todas las tonalidades políticas.

En el futuro esta seguirá siendo nuestra aportación al país: espléndidos académicos, auténticos maestros de maestros, funcionarios capacitados al mejor nivel del mundo e intelectuales críticos de todas las perspectivas ideológicas.

Como institución, El Colegio de México seguirá siendo muy benéfico para el país. Ciertamente nuestro futuro será mayor que nuestra historia. Si hemos sido provechosos a lo largo de estos 80 años lo seremos más cuando cumplamos 80 veces 80 años.

Sí, señor presidente, esta será siempre una institución y una comunidad muy comprometidos con nuestro adorado México.

Muchas gracias.

MODERADORA: Enseguida hace uso de la palabra la presidenta del Colegio de México, doctora Silvia Elena Giorguli Saucedo.

SILVIA ELENA GIORGULI SAUCEDO, PRESIDENTA DE EL COLEGIO DE MÉXICO: Buenas tardes a todos. Agradezco a todos los que nos acompañan virtualmente y de manera presencial en esta celebración de los 80 años del colegio.

Lamento mucho que la circunstancia dolorosa de la contingencia sanitaria nos obligue a celebrar esta fecha tan entrañable para la institución con la presencia, principalmente de manera virtual, de los miembros de la comunidad, de amigos, egresados y colaboradores; sin embargo, la respuesta que recibimos a la invitación para celebrar con nosotros el día de hoy nos ánima y nos complace.

En estas extraordinarias circunstancias les doy la bienvenida a todas y a todos al Colegio de México.

Quiero agradecer especialmente la presencia del presidente Andrés Manuel López Obrador, que generosamente nos acompaña.

Saludo con mucho gusto a los presidentes del colegio que me antecedieron, al doctor Andrés Lira y el doctor Garciadiego.

Le doy la bienvenida a los miembros de la asamblea de socios que nos acompañan de alguna manera virtual, otros presencial, por supuesto al secretario Esteban Moctezuma Barragán, al rector de la UNAM, al doctor Enrique Graue, y a nuestro vecino, director del Fondo de Cultura Económica, a Paco Ignacio Taibo.

Agradezco la presencia en esta ceremonia también del secretario Marcelo Ebrard, del secretario Arturo Herrera, de la secretaria Graciela Márquez y del doctor Gerardo Esquivel, egresados del Colegio de México. Bienvenidos a su institución.

Y nos acompañan también de manera virtual la secretaria Olga Sánchez Cordero y el secretario Jorge Alcocer.

De manera presencial el doctor Luciano Concheiro, subsecretario de Educación Superior; y la doctora Rosaura Ruiz, secretaria de Educación, Ciencia y Tecnología e Innovación de la Ciudad de México, ya se me perdió, ya la encontré.

Saludo virtualmente también a Marco Bucio, subsecretario de Educación Básica; a Jesús Seade, subsecretario para América del Norte; a Natalia Toledo, subsecretaria de Diversidad Cultural y Fomento a la Lectura; a la doctora María Elena Álvarez-Buylla, directora general del Conacyt.

Saludo también con mucho gusto a los funcionarios de Sipínna, de la Secretaría de Cultura, del Instituto Matías Romero, de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, del Conacyt y de Inegi que nos acompañan.

De manera remota también están con nosotros Sara Ladrón de Guevara, rectora de la Unidad Veracruzana; Jaime Valls, director de Anuies; Fernando de León, rector de la UAM Xochimilco; Sergio López Ayón, director general del CIDE; José Mustre, director general del Cinvestav; América Molina, directora general interina de Ciesas; Amparo Martínez, directora general del INECC; y colegas y representantes de otras instituciones de educación superior.

El colegio es parte de la comunidad científica nacional y les agradecemos el que hayan abierto un espacio en sus agendas para conectarse a esta ceremonia.

El colegio es una institución puente que ha buscado, en palabras de la profesora Flora Botton, descubrir el mundo y compartir lo que aprendimos. Yo agregaría que también hemos construido intercambios duraderos con las comunidades académicas de América Latina y de otros países del mundo, especialmente en Europa y Asia; agradezco la presencia virtual de los embajadores en México de España, Argentina, Canadá, Cuba, Japón, de los Países Bajos y de Polonia, a la Oficina de Cooperación Científica de Alemania y al embajador de México en Noruega.

Recibimos con gusto a nuestros colaboradores de distintas fundaciones y organismos internacionales, quienes nos han acompañado con varios proyectos e iniciativas de investigación a lo largo de estos años: Santander Universidades, Fundación Vidanta, Fundación Ford, ONU Mujeres, entre otros.

Y también le doy la bienvenida a los medios de comunicación que participan principalmente de manera remota.

Ahora paso a saludar a los de casa, a los miembros de la Junta de Gobierno, a los directores de los centros de estudio y de biblioteca, a los colaboradores de presidencia, a los colaboradores de las áreas de publicaciones, cómputo y de educación digital, a la secretaria general del Sindicato de Profesores e Investigadores del Colegio y a la representante del Sindicato Único de Trabajadores del Colegio de México, a Sergio Ghigliazza y a Antonio del Valle por el patronato de la Fundación Colmex y a nuestros invitados especiales.

Al personal académico del colegio, que son quienes han construido el trabajo de investigación, docencia y difusión que celebramos hoy, al personal administrativo que acompaña el trabajo cotidiano y hace posible la operación del colegio y muy especialmente saludo a los estudiantes que nos acompañan de cada uno de los centros y a los que se conectaron para seguir esta ceremonia desde sus casas.

La fundación del colegio es la institución que somos hoy. En la preparación de estas palabras preví que mis antecesores, ambos historiadores y conocedores a detalle de la historia del país y de nuestra institución harían alusión a la trayectoria del colegio desde su fundación, no me equivoqué.

En mi intervención retomaré sólo un punto, el de origen y partida, que tiene que ver con la fundación del colegio para ahí referirme al compromiso que mantenemos al día de hoy como una institución pública, republicana desde sus orígenes, dedicada a la educación y a la generación de conocimiento en ciencias sociales y en humanidades, esto sigue mucho a la que ya mencionó el doctor Garciadiego.

El colegio se fundó durante la presidencia de Lázaro Cárdenas, un periodo de creación de instituciones fundamentales en el México temporáneo, como el Instituto Politécnico Nacional.

Imaginó que en la mente del general Cárdenas y de Alfonso Reyes, y Daniel Cosío Villegas, existía el propósito de mantener un proyecto que a la par de otros grandes proyectos educativos se concentrara la generación de conocimiento en las disciplinas de historia, filosofía, filología, literatura y de las ciencias sociales entonces en consolidación, principalmente economía y sociología.

Adivino que cultivaran el deseo de darle a México una institución que sirviera como espacio de discusión sobre los grandes problemas del momento, como la Segunda Guerra Mundial y sus implicaciones para América Latina que ubicara a México en el panorama internacional y que al mismo tiempo fuera capaz de analizar lo que sucedía en el país.

Con el tiempo el colegio se consolidó efectivamente, como un espacio de generación de conocimiento, de formación de generaciones de especialistas, de preservación de la cultura y la historia, que difunde el saber, que mantiene una interlocución simultáneamente autónoma y crítica con quienes han llevado en diferentes momentos de la historia la responsabilidad de conducir al país. En esto quisiera referirme al compromiso del colegio como institución pública de educación superior.

Los cambios en la planeación de las celebraciones de los 80 años nos llevaron a la organización de un formato de discusión y de recolección de testimonios en forma digital o en reuniones con los órganos colegiados de esta comunidad, como el Consejo de Directores, los testimonios de profesores eméritos, profesores del colegio, egresados, estudiantes, personal administrativo están reunidos en un sitio especial, que los invito a visitar y quedan como cápsulas como parte de esta preservación de la memoria del colegio.

Sé que no hago justicia a todo lo que se ha dicho, pero en una síntesis tanto de esos testimonios como de las discusiones con los directores he identificado cinco rasgos sobre los que hay acuerdo y que caracterizan lo que es y lo que hace esta comunidad.

Hoy quiero, al mencionarlos, convertirlos en referente del camino que tenemos por recorrer y del compromiso que reiteramos con la sociedad.

El primero, el compromiso con la equidad. Como institución pública y republicana, en El Colegio de México la igual consideración y respeto a las personas que integran su comunidad y que se relacionan con ella es un valor central.

Nuestros procesos de selección siempre se han basado en las capacidades intelectuales y en el reconocimiento a los méritos académicos.

Desde la creación del colegio hemos contado con una resuelta política de becas para mitigar las disparidades sociales, este compromiso se extiende a la agenda de investigación.

Tenemos una larga tradición de estudios sobre las desigualdades en México que hemos refrendado recientemente a través de la creación de la red de estudios sobre desigualdades.

Aquellas desigualdades que empezamos a estudiar desde los años 60, las socioeconómicas, por origen étnico, entre zonas rurales y urbanas, las de género se suman hoy el estudio de otras como las asociadas al cambio climático, a la migración, a la discriminación, a las desigualdades territoriales y de manera muy evidente en esta coyuntura las desigualdades asociadas al acceso a la tecnología.

Segundo punto, el compromiso que los lleva a poner la educación de calidad al alcance de todos.

El Colegio de México forma recursos humanos especializados en áreas clave para el país. Gracias al apoyo que desde su creación ha recibido de diferentes entidades públicas, el Estado mexicano y la sociedad tienen en el colegio un motor de movilidad social y un generador de recursos humanos calificados para desempeñar las más complicadas responsabilidades.

Durante ocho décadas hemos sido formador de formadores, pero también de personal altamente calificado para diferentes áreas del sector público y privado.

Hoy aprovechamos los medios que la tecnología nos da para combinar la formación a través de nuestros programas tradicionales con una oferta de recursos a través de cursos digitales que nos permiten llegar a otras poblaciones.

Ofrecemos así opciones de formación continua en temas como alfabetización, desigualdades, corrupción, historia y literatura en México y América Latina.

Tercer punto, el compromiso con la generación de conocimientos en ciencias sociales y humanidades.

El colegio ha sido espacio para el encuentro y la generación de saberes, los más de cuatro mil volúmenes publicados, las nueve revistas científicas y las de difusión, y más recientemente los productos digitales dan cuenta de ello. Esa vasta obra ha contribuido significativamente a preservar y enriquecer la memoria, y las letras en los espacios culturales.

Estamos trabajando hoy para abrir el acervo del colegio de manera que esté disponible de forma gratuita y accesible. En estos tiempos de contingencia sanitaria hemos constatado de primera mano la importancia de impulsar la difusión del conocimiento y del trabajo que hacemos en el colegio a través de esos medios.

Cuarto, el compromiso con la sociedad mexicana. Desde hace décadas el colegio sostiene una interacción socialmente provechosa con numerosas fundaciones, organismos internacionales, organizaciones de la sociedad civil y con la administración pública nacional.

Gracias a que esta relación a ha estado marcada por una prudente distancia con el espacio político y una firme neutralidad hacia los intereses que caracterizan ese sistema, el colegio ha podido cultiva una nutrida y provechosa cooperación con diferentes instancias del gobierno para proveer evidencia y conocimiento a la toma de decisiones en política pública.

Ya el doctor Garciadiego mencionó varios ejemplos, agregaré otros ejemplos, por ejemplo, la participación de nuestras investigaciones para informar reformas que se han llevado a cabo en las últimas décadas en los ámbitos de política de vivienda, la demográfica, la de desarrollo urbano, así como las políticas de comercio internacional del país.

Igualmente, en el colegio se ha incubado y elaborado un buen número de los libros de texto gratuitos, se ha estudiado sobre el español de México y sobre las lenguas indígenas en el país y se ha formado un conjunto sustantivo del prestigioso personal diplomático de carrera de este país.

Quinto, el colegio en la coyuntura actual. El colegio es un activo para el país y busca permanentemente estar a la altura de los desafíos de su tiempo, la actualización constante de su agenda de investigación y de sus actividades docentes está siempre orientada a desempeñar una fusión social de largo alcance.

Así, en El Colegio de México han convivido grandes empresas historiográficas y de los estudios literarios con novedosas iniciativas para impulsar el estudio de temas poco conocidos en el mundo hispano hablante, por ejemplo, en su momento los estudios orientales y el conocimiento del continente africano, los aspectos políticos y económicos de las relaciones con Estados Unidos, la administración pública, los comportamientos de los nuevos agentes económicos, la política energética, las nuevas expresiones de la vida urbana, las manifestaciones diversas de la violencia en México, los cambios en el mundo del trabajo, por mencionar algunos.

Esta incesante actualización de la agenda de investigación no pierde nunca de vista que uno -si no es que el principal- propósito que anima el trabajo de investigación es el de volver comprensible lo que pasa en nuestro mundo para entonces hacer posible actuar sobre él y mejorarlo.

Quisiera cerrar mi intervención hablando sobre el papel de la educación superior, especialmente la pública en México y el mundo hoy.

Hoy nos reunimos para celebrar 80 años, este año también ha sido de reflexión sobre los retos que enfrentamos y que compartimos con otras instituciones de educación superior en México y en el mundo.

Es indudable que muchos de los avances y logros de los mexicanos que los mexicanos hemos tenido en una variedad de campos como la arquitectura, la ingeniería, la medicina, la industria, en el campo de las artes plásticas y escénicas, entre otros, se ha debido a que un gran número de nosotros sin importar nuestro origen social hemos podido acceder y formarnos en instituciones de educación superior, artística y técnica auspiciadas y financiadas por el Estado mexicano.

Y aquí quisiera hacer un paréntesis para recordar a Mario Molina, que es un ejemplo de esta formación, formado en la UNAM, Premio Nobel de Química y además lo recuerdo por sus colaboraciones con el colegio como un académico generoso y solidario, comprometido con impulsar la agenda de investigación en medio ambiente en México y conformar nuevas generaciones de especialistas en temas ambientales.

El colegio es parte la comunidad científica, académica y cultural del país, el recuento de nuestra consolidación como institución de educación superior es paralela y similar a la experiencia de otros centros de investigación y docencia como el Cinvestav, el CIDE, el Ciesas, Los Colegios de la Frontera Sur y Norte, El Colegio de Michoacán y el Instituto Mora. Compartimos los retos, pero también el compromiso con la generación del conocimiento y la formación de jóvenes.

En los documentos del archivo del colegio y en las memorias de algunos de los expresidentes resalta la recurrencia de adversidades, tiempos difíciles, épocas de ajustes presupuestales durante estos 80 años.

A pesar de contexto, las instituciones de educación superior en México nos hemos seguido consolidando, expandiendo en número, atendiendo a más estudiantes y desarrollando investigación y conocimiento propio.

Somos espacio de movilidad social y hay múltiples ejemplos de cómo, a través de nuestros egresados y nuestros profesores e investigadores, coadyuvamos al desarrollo del país.

A final de cuentas, en nuestro origen y en la misión de las universidades y centros públicos de investigación está el compromiso de participar desde nuestras especificidades y modos particulares de enseñanza a la transformación de este país.

Para seguir cumpliendo con ese objetivo necesitamos asegurar las condiciones adecuadas para el desarrollo de la investigación, la docencia y la difusión del conocimiento, las cuales pasan por contar con el financiamiento necesario y con herramientas para la planeación con una visión de largo plazo.

Somos además una comunidad abierta al diálogo y al intercambio de ideas, es parte de nuestro quehacer cotidiano.

La contingencia sanitaria ha hecho evidente aquello en lo que las instituciones de educación superior podemos contribuir para el futuro del país.

No dejan de sorprenderme y de llenarme de orgullo las respuestas del sector académico para reorganizar las actividades de docencia, acercarse a los casi cinco millones de estudiantes y buscar mantener la cohesión de las comunidades académicas en medio de la pandemia.

Hay un compromiso y una pasión por nuestro trabajo detrás de las acciones que han emprendido, hay también una enorme disposición para responder con investigaciones concretas, igual desde las ciencias naturales, que desde las ciencias sociales y las humanidades, a los retos que la pandemia nos ha impuesto con el espíritu de atender problemas urgentes y de anticipar y prepararnos para enfrentar las consecuencias en los próximos años.

Creo que estos dos ejemplos, el compromiso con los jóvenes y la docencia y el ajuste en la agenda de investigación ilustran claramente la importancia del sector científico y cultural y el potencial que tenemos para aportar al país.

Nos ha costado mucho trabajo como país construir estas instituciones, confiemos en ellas y en sus comunidades académicas.

Ahora sí, para cerrar, quiero cerrar reiterando que para mí es un orgullo pertenecer a la comunidad académica del colegio y de manera más amplia a la comunidad científica del país, desde el Colegio de México refrendamos nuestro compromiso para seguir trabajando por el bien de México al menos durante 80 veces 80 años más.

Muchas gracias por acompañarnos el día de hoy.

MODERADOR: Estimado público, escuchemos el mensaje que nos dirige el presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Andrés Manuel López Obrador.

PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR: Celebro participar en esta ceremonia con motivo de los 80 años del Colegio de México, de esta gran institución del conocimiento, del estudio, de la investigación, de los problemas de nuestro país, de los grandes, graves, problemas nacionales a lo largo de estos 80 años u ocho décadas.

El colegio tiene que ver con personalidades desde su fundación. El Colegio de México es, al mismo tiempo, un conjunto de biografías, de personalidades destacadísimas, empezando por el general Cárdenas, que atendió distintos ámbitos de la vida pública, tuvo que ver con las comunidades más pobres, con lo indígena; desde luego, con el reparto agrario; tuvo que ver con la defensa de los obreros, con la organización política, la fundación del Partido de la Revolución Mexicana, los sectores de ese partido.

Tuvo que ver con la expropiación del petróleo y se caracterizó también por llevar a cabo una de las políticas en materia de relaciones internacionales de mayor trascendencia en ese periodo.

Es el momento estelar de la política de asilo, de refugio, de protección a los perseguidos en otros lugares del planeta.

Pero también tuvo que ver con el fomento a la educación, a la cultura; y todo esto, en seis años. Por eso, sostengo que está entre los tres mejores presidentes que hemos tenido.

Desde luego, el presidente Juárez, excepcional; el presidente Francisco I. Madero, el presidente más demócrata que se haya tenido en la historia de México, nadie como él con vocación por hacer realidad la democracia en el país; el presidente Cárdenas, popular y patriota.

Lo mismo se puede decir de Alfonso Reyes, un intelectual destacadísimo que mereció ser premio Nobel de Literatura, fue postulado. Gran ensayista, prosista de primer orden, pues tuvo también que ver con la fundación, es el primer presidente del colegio.

Y el otro gran personaje, don Daniel Cosío Villegas, el mejor historiador que se haya tenido en los últimos tiempos, al menos en lo que tiene que ver con el estudio de la República Restaurada y el porfiriato. Por eso, el colegio es una gran institución, porque nació bien, es decir, origen -en este caso- fue destino.

Pero también, posteriormente, ha contado el colegio con muy buenos directores, aquí hay tres y hay otros que se han mencionado, todos aportando, todos extraordinarios.

Andrés Lira, les cuento, ya lo dije una vez, ahora lo repito, no aceptó ser presidente del Instituto Nacional Electoral siendo él director de este colegio.

Nos reunimos, era yo presidente de un partido, nos reunimos los dirigentes de los partidos con el secretario de Gobernación de entonces. Fue en el gobierno del presidente Zedillo, era secretario de Gobernación Emilio Chuayfett, creo que Oñate era presidente del PRI; Felipe Calderón, presidente del PAN. Yo estaba por el PRD y la idea era que por primera vez se saliera, se independizara de Gobernación el Instituto Electoral y se creara un consejo independiente de este instituto y se propusieron personalidades.

Cada partido propuso dos o tres y ya había un acuerdo en lo general, pero se tenía que decidir quién iba a ser el presidente y entonces hubo una propuesta ahí que no obtuvo consenso, se pararon los acuerdos, ya se rompió el diálogo, no se encontraba a quién.

Entonces, recuerdo que se llegó al consenso de que Andrés Lira podía ser y todos estuvimos de acuerdo. Se le habló a Andrés Lira y dijo: ‘No porque tengo la responsabilidad como director del colegio’. Muy raro eso, porque antes -ahora son otros tiempos- antes casi nadie decía que no cuando había un ofrecimiento de ese tipo. Esto habla muy bien de Andrés, mi tocayo, y del colegio.

Lo mismo Javier Garciadiego, extraordinario historiador, todos hemos recurrido a sus libros, sus investigaciones sobre los documentos más importantes en la historia de la Revolución, los planes revolucionarios, las proclamas, todo su trabajo de investigación de primer nivel.

Ahora, a la directora Silvia la escuché en el edificio de Minería hace algún tiempo. Muy inteligente, clara, buena persona, defensora de las mujeres, haciendo una labor extraordinaria. Entonces, todo esto explica el porqué del colegio.

Ahora yo tengo la fortuna de contar, en el equipo de gobierno, con egresados del Colegio de México, yo creo que nunca había habido en el gabinete tantos egresados del Colegio de México, sobre todo en puestos muy claves.

Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, egresado de aquí del Colegio de México; Graciela Márquez, secretaria de Economía; el secretario de Hacienda, del Colegio de México. Yo creo que entre la UNAM y el Colegio de México comparten preferencia en el gobierno que encabezo, lo cual me da mucho gusto.

El secretario de Educación, Esteban Moctezuma, también dio clases aquí en el Colegio de México y tenemos amigos y muy buenos profesionales del Colegio de México.

Desde luego, es admirable lo que ha hecho como historiador, como investigador, como editorialista, Lorenzo Meyer, es también un activo del Colegio de México, del país.

Las obras del colegio son importantísimas, vuelvo a don Daniel, ese trabajo de 20 años de investigación, La historia moderna de México, esos 10 tomos son fundamentales para entender no sólo ese periodo de la República Restaurada y el porfiriato, sino para entender lo que sucedió después y lo que todavía permanece.

Hace poco comentaba yo que se le atribuye a don Adolfo Ruiz Cortines la regla de oro de la política mexicana del periodo antidemocrático, lo aclaro, de que al presidente le correspondía nombrar a los gobernadores, a los diputados federales y a los senadores, y a los gobernadores le correspondía nombrar a los presidentes municipales y a los diputados locales, y a los presidentes de los tribunales superiores de justicia, lo que es el Poder Judicial.

Se le atribuye a don Adolfo Ruiz Cortines. Pues no, eso se creó durante el porfiriato, porque la Revolución no pudo, a pesar de que fue profunda, arrancar de raíz las prácticas políticas antidemocráticas que prevalecieron durante los 34 años de dominio de Porfirio Díaz.

La Revolución desde luego que logró cosas importantísimas, sobre todo en el terreno económico, social, pero en el terreno político, bueno, don Daniel lo decía: ‘Ya no está don Porfirio, pero se quedó doña Porfiria’, después de la revolución.

Entonces, aportes -en lo que tiene que ver con la investigación- fundamentales, la historia general de México, que se hace con la participación de otros investigadores, de otros centros de estudio, pero es un trabajo de mucho rigor académico.

La Historia mínima que, coincido, no es tan mínima, muy consultada, básica, de lectura obligada, recientemente lo de Los grandes problemas de México, es un buen trabajo de investigación y son muchos los aportes del colegio en el desarrollo del país, es mucho lo que ha contribuido el colegio en el desarrollo de nuestro país. Las investigaciones en historia, en economía, en lo social, en el campo internacional, en población, en desarrollo urbano; recientemente, los trabajos de desigualdad.

Lo que hizo el actual vicegobernador del Banco de México, Gerardo Esquivel, importantísimo, ese trabajo que muestra con mucha claridad cómo, en el periodo neoliberal, se profundizó como nunca la desigualdad social en México, al mismo tiempo que se entregaban bienes del pueblo, de la nación, a particulares, a una minoría; cuando aparecían mexicanos en la lista de los hombres más ricos del mundo fue cuando más se empobreció el país, y eso se advierte en ese estudio hecho aquí, en El Colegio de México.

Si acaso, como el maestro Garciadiego lo menciona, por coincidencia en la cuarta transformación del colegio, que no tiene nada que ver con la otra Cuarta Transformación, yo diría que sería conveniente en esta nueva etapa del Colegio de México -y es una recomendación respetuosa- darles más atención a los estudios sobre la corrupción en México.

Creo que esa es una asignatura pendiente, no sólo del Colegio de México; en general se omitió y ya don Daniel Cossío Villegas lo subrayaba desde ese extraordinario ensayo, La crisis de México, que se publicó en 1947, ya hablaba don Daniel desde entonces que lo que había tronchado -así el término, la palabra- a la Revolución mexicana había sido la corrupción. Desde entonces hablaban de esta tremenda enfermedad que tanto daño ha causado al país.

Yo he sostenido que es el principal problema de México… Y no se estudió lo suficiente, de modo que es tiempo todavía de profundizar en el análisis de lo que ha dañado al país la corrupción.

Recordar la importancia que tiene para el desarrollo de los pueblos y, en particular para México, el que podamos establecer como forma de vida, como forma de gobierno, la honestidad.

Un fundador del colegio, el general Múgica, que era un hombre íntegro, un revolucionario ejemplar, fue gobernador de Tabasco siendo michoacano, y en su informe escribe que habían logrado hacer obras a pesar de que había encontrado la hacienda pública en bancarrota, decía: ‘Por la simple moralidad’.

Y estando allá -que es un momento también estelar en la historia de México, porque está Jara, Heriberto Jara en Veracruz y está Salvador Alvarado en Yucatán-, el general Múgica le escribía a Salvador Alvarado pidiéndole consejos, y la carta empezaba: ‘Moralíceme, señor general’, y ya le explicaba Múgica lo que veía estando ya el presidente Carranza, al que ha estudiado mucho Garciadiego, que tiene cosas también extraordinarias.

Pero ya veía Múgica cómo se estaba desviando el rumbo de la Revolución y la expresión era: ‘Moralíceme, señor general’.

Yo creo que es el tiempo de la moralización de México, necesitamos moralizar al país. A veces no gusta porque se considera mística o religiosa la expresión de purificar la vida pública del país, pero eso es lo que se necesita y es lo que debemos de hacer y ayudar todos.

No olvidemos también que Alfonso Reyes escribió la Cartilla moral, y no es un enfoque religioso, tiene que ver con valores universales, que surgen y se aplican desde antes del cristianismo. El amor -dice Alfonso Reyes- a la familia, el amor a la naturaleza, lo plantea ya, esto que ahora nos preocupa a todos, la defensa del medio ambiente, el amor a la patria, los valores, la moralización.

Yo creo que El Colegio de México, como aquí se ha mencionado, va a mantenerse por muchas décadas más, es una gran institución. Yo celebro estar aquí en este aniversario y le deseo larga vida a esta importantísima institución de México, El Colegio de México.

Muchas gracias.

 

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