COSA DE PRENSA

 

 

  • José Mujica, mensaje a México

  • Uno de los trances más peligrosos

  • Alivio al dolor de Centroamérica

 

Javier Rodríguez Lozano

 

AGUASCALIENTES, Ags., martes 31 de julio de 2018.- José Mujica es un ícono de la democracia latinoamericana, su palabra tiene un inconmensurable valor moral. En su mensaje dirigido –sin mencionar su nombre- al triunfador de las elecciones del 1 de julio pasado en México, da una gran lección no solo de ética política, sino de cómo se debe elogiar a un hombre sin parecer oportunista ni lambiscón. Naturalmente, su mensaje de tres minutos 47 segundos de duración, fue pensado, incluso escrito, y magistralmente oralizado… Los viejos periodistas, no las nuevas hornadas, cultivamos como un tesoro la “lead” de una nota, es decir, “la entrada”, el primer párrafo, convencidos hasta el fanatismo de que si esas tres o cuatro líneas no atrapan al lector, todo lo que diga después no sirve: La nota es la nota, lo demás no importa. Y con esos cánones de la comunicación escrita inicia José Mujica su mensaje: “Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, al recordar la frase que acuñara Porfirio Díaz -y que Alan Riding llevara a sus Vecinos ditantes- después de aquel 16 de septiembre de 1909 cuando el presidente Taff lo invitara a El Paso, Texas –primer encuentro de dos presidentes norteamericanos- para exigirle que le permitiera instalar una base naval en Ensenada y al recibir como la respuesta de Díaz: “Nada por encima de México”, el dictador cavaría su tumba y enfilaría a su caída ante la Revolución maderista de 1910. Taff argumentaba querer vigilar la revolución de César Sandino, en la Nicaragua donde un guerrillero hoy se ha convertido en dictador, traicionando los más caros principios de la izquierda liberal y progresista, con los que había derrocado a Somoza en 1979; vaya paradoja… Seguimos con el mensaje a México de José Mujica, que dice: “Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos’, dijo Porfirio hace muchos años de la tragedia de México. Es un pueblo maravilloso, asilo de todos los perseguidos del mundo, que a pesar de sus pesares pudo recibir un millón de migrantes en un año sin quejarse (elogio a Lázaro Cárdenas). Ha forjado como ha podido su cultura, vio pisoteado la mitad de su territorio y ha tenido una historia de padecimiento”. Aquí viene lo esencial, la advertencia que el expresidente uruguayo nos hace: “Y está en uno de los trances más peligrosos de su historia”. Esto nos debe hacer reflexionar, particularmente a quienes se aferran al statu quo. Continúa José Mujica. “Golpeado por la droga, porque es el camino natural de la droga hacia el gran mercado norteamericano. Porque además, su frontera ha sido una frontera de pan; porque además, su economía está como soldada con el gigantesco vecino; pero además, los problemas histórico-sociales, su destrucción interna, su creciente camino de corrupción, han provocado una reacción política”. Y vaya paradoja –subraya- “un luchador que fracasó en varios intentos, acaba de conquistar la Presidencia. Pero uno se pregunta: ¿Cuánta voluntad tendrá que tener y cuánta compañía en el gigantesco desafío que México tiene por delante, cuando su poderoso vecino determinante, entre otras cosas, ha desatado una guerra comercial, tal vez hasta con el mundo, cuyas consecuencias hoy, ni siquiera podemos entrever los resultados negativos que tendrá para la humanidad? En ese frente está México”. Subraya la segunda advertencia: “Y tendrá que tener habilidad y seguramente que muchos no lo van a entender, eh. Y muchos, incluso, lo van a criticar”. Pausado, con discreta mirada a su texto, José Mujica llega al final y su énfasis alcanza el zenit de la emotividad: “Pero salve el destino de ese maravilloso pueblo. Y doy saludo, y le tengo un cariño gigantesco a México porque sé que ha recibido perseguidos por miles, y sigue recibiendo por miles, que disparan de la pobreza y del dolor de Centroamérica. ¡Suerte México! Y contigo, la suerte de nuestra América”.

LA COSA ES QUE…

Fue aquí donde vimos las dificultades de un hombre de lucha brava, en los que la izquierda mexicana de los últimos 60 años se enfrentó a un sistema final e increíblemente, hoy derrotado, por contener una lágrima; qué tal.

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