COSA DE PRENSA

Héctor González Antonio, corresponsal de Excélsior en Tamaulipas, asesinado.

Difícil corresponsalía de Excélsior
• Puro cuento, burocracia policiaca
• De Armando a J.M. Nava Sánchez

Javier Rodríguez Lozano

AGUASCALIENTES, Ags., jueves 30 de mayo de 2018.- La Fiscalía Especial Para la Atención de Delitos Contra la Libertad de Expresión, de la Procuraduría General de la República, investigará el asesinato del corresponsal de Excélsior en Tamaulipas, Héctor González Antonio, a la que –como a todo Ministerio Público- le cuesta mucho trabajo determinar primero si el homicidio fue por causas relacionadas con su trabajo periodístico, o si corresponde al denominado “fuero común”, es decir, que no es un atentado a la libertad de expresión. Bueno, a estas alturas del tercer milenio y de las campañas presidenciales, resulta demagogo presumir la inocencia de alguien “mientras no se demuestre lo contrario”. En el caso del reportero tamaulipeco está más que acreditado que es un flagrante delito no solo en contra de la libertad de expresión, sino del periodismo mexicano en general… Quienes como periodistas tenemos la experiencia de haberle ganado muchas investigaciones a la policía, sabemos de su perniciosa burocracia –la policiaca- atada no solo a la incapacidad y la improvisación, sino a los oscuros intereses del aparato policiaco y la administración de justicia, en términos estrictamente generales, en Aguascalientes y en todo el país, estrechamente vinculados a los del crimen organizado que en este 2018, más que en ningún otro proceso electoral, está influyendo muy determinante en muchas entidades de la República… Es lamentable que al sexto periodista asesinado durante este año, seguramente sigan otros en los próximos casi 30 días que nos separan del domingo primero de julio, en que 84 millones de mexicanos habremos de decidir hacia dónde queremos que vaya México: que siga por donde va, con todas sus altas y sus bajas; o que de plano, a la manera de los estadunidenses con Trump y los británicos con el Brexit, demos un salto al vacío, como ocurre siempre que nos equivocamos de candidato, igual que hace 18 años, 12 años, seis años… En 2002, la cooperativa Excélsior ya estaba emplazada a desaparecer, vivía sus últimos años. Después de Regino Díaz Redondo le seguirían en la dirección otros periodistas como Armando Sepúlveda y José Manuel Nava Sánchez… En 1998 dejamos la redacción de El Universal y nos instalamos en las de Notimex y El Sol de México, hasta que Armando Sepúlveda nos dio la oportunidad de ser corresponsal de El Periódico de la Vida Nacional en la Ciudad de Guadalajara. En aquellos años todo era contracorriente: no había salario, nos pagaban con suscripciones y publirreportajes, que la prensa jalisciense, mas bien la norteña avecindada en Jalisco, del grupo regiomontano de Mural, no entendió y nos criticó. Era claro, como sigue siendo hoy en día en todas partes, que el auténtico periodista siempre será envidiado por el “periodista” de mentiritas, no hay de otra. Con esto queremos decir que ser corresponsal de Excélsior no es fácil, con o sin salario. Es mucha la responsabilidad porque el primer compromiso irrenunciable es con la verdad y cuando un reportero de ese gran periódico que fuera dirigido alguna vez por Julio Scherer García, es sorprendido en la mentira, ahí termina su carrera. No es como en muchas partes de la provincia mexicana donde hay ejércitos de “periodistas” mintiendo un día y otro también y no pasa nada, la sociedad mal informada es la que paga los platos rotos… Y salimos de la corresponsalía de Excélsior de Guadalajara por dos circunstancias insalvables: la primera, que al presentar su libro de El Yunque en la Universidad de Guadalajara, Álvaro Delgado tuvo a bien reconocer el apoyo que este servidor le prestara cuando se iniciaba como reportero, precisamente allá, en la redacción de El Gran Diario de México. En ese mismo evento Álvaro Delgado y el entonces secretario general de Gobierno, Emilio González Márquez, debatirían acaloradamente, y este servidor fue quien pagó los platos rotos, por el bloqueo que se destara en su contra a través del periódico ya citado. Y la otra fue que un miércoles de noviembre de 2006, acompañamos a nuestro director José Manuel Nava Sánchez, a una comida en el Club Primera Plana, en la capital del país, donde regalaría a los asistentes un libro en el que narraba el triste destino de Excélsior.
LA COSA ES QUE…
Aquella misma noche sería asesinado; qué tal.

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